Movimientos sociales, redes sociales y recursos simbólicos
Amaro La Rosa
amaro@unife.edu.pe
Universidad Femenina del Sagrado Corazón (Perú)
Recibido: 18 de agosto de 2015
Aceptado: 23 de marzo de 2016
Publicado: 30 de noviembre de 2016
Para citar este artículo
La Rosa, A. (2016). Movimientos sociales, redes sociales y recursos simbólicos. Correspondencias & Análisis, (6), 47-60. https://doi.org/10.24265/cian.2016.n6.03
Resumen
El artículo presenta una visión actualizada del papel que desempeñan las redes
sociales en los movimientos sociales contemporáneos. Se realiza una somera revisión de la
teoría de los movimientos sociales y sus implicancias, enfatizando en su vinculación con
procesos de comunicación y narrativas específicas. Finaliza con el recuento de algunos
recursos simbólicos empleados por movimientos sociales en diversas realidades.
Palabras clave: Movimientos sociales, Redes sociales, Interacción, Narrativas.
Abstract
The paper presents an updated approach of the social media role in the
contemporary social movements. Drawing from the explanation of some viewpoints about
interaction in the social media, a brief review about social movements theory and their
implications is presented, emphasizing in their relationship with communication processes
and specific storytellings.. Finally, some symbolic resources used by social movements in
diverse realities are described.
Keyword: Social Movements, Social media, Interaction, Storytelling.
1. Introducción
En términos generales, a nuestro entender, a lo largo de la historia de la humanidad ha
existido siempre una interconexión muy estrecha entre comunicación, tecnología y
sociedad. Los vestigios encontrados nos permiten comprender que casi desde los albores
de la sociedad humana, con la finalidad de resolver problemas diversos, se desarrolló la
tecnología y se usaban recursos de comunicación para trasmitir mensajes o para dejar
constancia de la realidad observada. Así, hace unos 30 mil años los “primitivos” seres
humanos del paleolítico pintaban en las cuevas de Lascaux, simbolizando parte de la bóveda
celeste, tal como lo demostraron los estudios de Chantal Jègues-Wolkiewiez (2012).
Los movimientos sociales han apelado siempre a modalidades diversas de comunicación, ya
sea para difundir sus ideas a sus potenciales seguidores e influenciar a la sociedad en pro de la
acción colectiva o para intentar imponerlas de manera coercitiva en un ámbito determinado.
Durante largo tiempo, los volantes fueron los recursos de comunicación y difusión más
utilizados por los movimientos sociales. Elaborados con presupuesto reducido en papeles
de baja calidad, requerían limitada experiencia para producirse, se contaba con tecnología
asequible para producirlos, eran fáciles de almacenarse, de ocultarse (en caso necesario) y
de distribuirse a públicos masivos con limitado riesgo, aun cuando en algunos casos fueron
detectados, tal como sucedió con los integrantes del grupo de resistencia alemán “Die weiße
Rose”, quienes fueron ejecutados luego de distribuir volantes en la Universidad de Munich.
Posteriormente, los carteles llegaron a ser verdaderas obras de arte muy motivadoras, cuya
historia y las de sus creadores merecerían decenas de libros. Para Protzel (2016), los carteles
muestran un maridaje entre composición gráfica y propaganda política. Al respecto, durante
el movimiento de Mayo del 68, cientos de carteles aparecieron en Francia (especialmente en
París) promoviendo la participación en las movilizaciones. Los avances de la tecnología no
se detuvieron y durante las protestas de 1989 en China, faxes y grabaciones en videocasetes
se usaron para motivar la ocupación de la Plaza Tiananmén (Beijing), que semanas más tarde
culminara en una masacre cuando el gobierno chino ordenó que las tropas desalojaran el lugar.
En agosto y septiembre de 2007, en las calles de varias ciudades de la antigua Birmania
(rebautizada como Myanmar) miles de monjes budistas, en contraposición con su habitual
postura pacífica y de meditación, protestaron por varios días en las calles contra la dictadura
y el aumento en los precios de la gasolina y el gas, utilizando sus teléfonos móviles y
transmitiendo mensajes de texto motivando a los ciudadanos para participar activamente
en las movilizaciones, enviando fotos y videos que mostraban la violenta represión.
En las conclusiones de un estado del arte sobre los movimientos sociales publicado hace
tres lustros, en el cual se vislumbran los indicios de lo que hoy sucede, Ibarra (2000: 285)
asume que los movimientos sociales “han ampliado sus capacidades de movilización.
Posibilidades que Internet les facilita. Por ejemplo, logran un creciente impacto que
incrementa sensiblemente su potencial movilizador”. Como hemos podido comprobar a
través de los años, en consonancia con el desarrollo tecnológico de la Internet, este potencial
se ha incrementado considerablemente y es evidente que ha trascendido los alcances que
podían suponerse. Con el advenimiento de la web 2.0 y la evolución de las redes sociales,
los movimientos sociales pudieron contar con nuevos y variados recursos.
En los últimos años, un sinnúmero de movimientos sociales producidos en diversas partes
del mundo han utilizado a los medios sociales como plataformas de difusión, motivación, y
acción social. La intensidad así como el impacto social que determinaron no ha sido siempre
de la misma trascendencia. Sin embargo, son muy ilustrativos en cuanto al poder de los
medios sociales como recursos para fortalecer a la ciudadanía y fortalecer la democracia.
Twitter cambió considerablemente el accionar de las protestas. En contra de quienes
dudaban inicialmente sobre su real trascendencia, el sitio de microblogging desde hace
años constituye un instrumento muy importante, con una evidente participación en los
grandes movimientos sociales así como en la vida política alrededor del mundo, la cual
muchas veces resulta impactada con un solo tuit, escrito por algún líder de opinión, que
se convierta luego en tema de la agenda mediática. Las cadenas de difusión y motivación
generadas por los mensajes, fotos o videos publicados en Facebook (así como los videos
alojados en YouTube o las fotografías en Flickr), han desempeñado desde luego un rol de
marcada importancia, tal como se ha comprobado fehacientemente en diversos casos como
el de la denominada “Primavera árabe”.
El desarrollo de los teléfonos móviles inteligentes, la disminución de sus costos, la
digitalización de las comunicaciones y el creciente acceso a la banda ancha, han contribuido a
que estos recursos estén ahora al alcance de sectores cada vez más amplios de la comunidad,
que pueden así contar con un recurso tecnológico tanto para difundir los hechos (de los cuales
son testigos privilegiados) como para tomar parte activa en iniciativas ciudadanas.
En esta época, las redes sociales constituyen recursos muy importantes para los movimientos
sociales, los cuales pueden surgir y crecer tan pronto como lo permita la tecnología y el
acceso a la misma. En ciertos casos, el mismo día en el cual se recibe el primer impulso
motivacional por parte de individuos, actores sociales u organizaciones. La implementación
de prácticas gubernamentales restrictivas, por lo general, se hace efectiva muy tarde, cuando
los mensajes ya están circulando raudamente por el ciberespacio y los han visto o leído miles
de personas en las pantallas de sus computadoras, teléfonos móviles o tablets.
Irán, Birmania y China, entre otros países, han aplicado (en su momento) severas
restricciones para el uso de la Internet y las redes sociales. Pese a ello, la ciudadanía siguió
haciendo un uso creativo de las redes, buscando atajos y nuevas formas de colaboración para
manifestar su criterio y motivar que más personas se involucren en las acciones de protesta.
Seguramente algunos sitios o cuentas pudieron ser hackeadas, desactivadas o bloqueadas,
pero las huellas profundas dejadas por los mensajes de los activistas de movimientos
sociales ya se habían difundido y permanecen aún activas para su conocimiento, difusión e
investigación en innumerables lugares en el ciberespacio.
2. Apuntes sobre los movimientos sociales
Concordando con el punto de vista de Della Porta y Diani (2006), entendemos que los
movimientos sociales suponen cuatro elementos:
En concordancia con este criterio, luego de la revisión de varios autores, hemos encontrado una serie de definiciones de movimientos sociales que, en términos generales, poseen rasgos comunes, los cuales integramos y comparamos en un mapa mental (figura 1).
Figura 1 : Concordancias en conceptos de movimientos sociales
Fuente: Elaboración propia, basada en Della Porta y Diani (2006),
Tilly (2004: 7), Mathieu (2004), Tarrow (2012: 37) y Susen (2010)
Nos parece pertinente agregar en este particular que los movimientos sociales no se producen en modo alguno por generación espontánea y que si bien utilizan los recursos digitales no dependen exclusivamente de ellos. De modo simplificado, a nuestro entender, estimamos que son necesarios una serie de factores que intervienen en su desarrollo:
Desde una perspectiva estructuralista, los movimientos sociales no pueden entenderse
como la sumatoria de acciones individuales. Compartiendo los términos de Taştan (2013:
26), “están integrados por diversos componentes los cuales configuran una entidad
colectiva”. Del mismo modo, hemos observado algunos contrastes que ameritan describirse
someramente. Silva (2010) reporta el contraste en torno a las metas usuales de los
movimientos sociales. En el pasado, promovían un cambio en la sociedad en su conjunto.
En la actualidad, su interés está generalmente fragmentado y lo que intentan es la solución
de problemas particulares de algunos sectores sociales. Al respecto, el estudio de Conover,
Ferrara, Menczer y Flammini (2013) aprecia que en el “movimiento Occupy” se motivó
la participación desde un conjunto de usuarios de Twitter altamente interconectados, con
intereses preexistentes en la política doméstica y los movimientos sociales foráneos.
Otro contraste que encontramos revisando la literatura especializada. Según el criterio de
Maxwell, Oliver y Prahl (1988), un rasgo básico era que los participantes en movimientos
sociales de antaño provinieran de relaciones interpersonales preexistentes. En cambio, en la
era de las redes sociales, las relaciones se configuran en gran parte en función del activismo
funcional, que se expresa a través de los contactos online que se van haciendo efectivas
vía las redes sociales que van motivando la participación en acciones determinadas y
cuyo propio curso de acción se puede ir reorientando con rapidez por la propia naturaleza
interactiva de los sistemas de comunicación empleados. Así, por ejemplo, en función de
las condiciones de la coyuntura, pueden variarse las rutas de movilización, los lugares de
encuentro o las horas de inicio de determinadas acciones.
3. Movimientos sociales, redes sociales y comunicación
Encontramos que en los movimientos sociales se registra una conexión consistente entre
comunicación y acción. Centramos nuestro planteamiento en las redes sociales, basándonos
en la revisión y análisis de la evidencia científica más reciente. Coincidiendo con una serie
de estudios sobre los movimientos sociales, Conover, Davis, Ferrara, McKelvey, Menczer
y Flammini (2013: 1) estiman que son dos los elementos clave en los cuales deben centrarse
los movimientos sociales para lograr sus fines:
A nuestro entender, el primero tiene que ver con la logística y la propia supervivencia del sistema
que configura el movimiento social, mientras que el segundo involucra el componente creativo
que motivará la adhesión, promoción, difusión y movilización de los seguidores. En este en
particular, la interacción conlleva el uso de recursos simbólicos para compartir ideas, difundir
criterios o informar sobre el futuro deseado del movimiento. Desde luego, esto no quiere decir
que estos significados estén al margen de lo social, pues a decir de Villafuerte (2007: 177) los
movimientos sociales involucran “una recreación y resignificación de los universos simbólicos
de la sociedad”.
Una característica fundamental de la web 2.0 es la interactividad y esto resulta de suma
utilidad para los movimientos sociales, dado su interés que sus activistas cuenten con
mayores recursos de fácil acceso y que cualquier usuario de la red (sea o no integrante
del movimiento) pueda aportar con recursos de información. La ventaja para decirlo, en
términos de Iosifidis, Tsapanos y Pitas (2016: 2) es que las redes sociales “proporcionan
difusión de la información de doble vía que permite al usuario compartir su información
con otros usuarios, acceder a su información y comunicarse con ellos”.
Asumimos que las redes sociales están relacionadas con los dos elementos clave para los
movimientos sociales pues, tal como lo demuestra la evidencia de casos sucedidos en los
últimos años, han facilitado tanto la coordinación entre los integrantes como la propia
comunicación. Martínez Romero (2012) plantea tres dimensiones de los movimientos sociales:
a) estructura de oportunidad política, b) marcos para la acción colectiva y c) estructura de
movilización. En cada una de ellas, la comunicación tiene una función específica (figura 2).
Asumimos que las redes sociales están relacionadas con los dos elementos clave para los
movimientos sociales pues, tal como lo demuestra la evidencia de casos sucedidos en los
últimos años, han facilitado tanto la coordinación entre los integrantes como la propia
comunicación. Martínez Romero (2012) plantea tres dimensiones de los movimientos sociales:
a) estructura de oportunidad política, b) marcos para la acción colectiva y c) estructura de
movilización. En cada una de ellas, la comunicación tiene una función específica (figura 2).
Figura 2 : Dimensiones de los movimientos sociales
Fuente: Elaboración propia, basado en Martínez (2012: 37)
Desde el punto de vista de Candón (2011) la sociedad en red facilita la puesta en
escena de actores sociales quienes no responden necesariamente a los estilos de vida y
de comportamiento de los actores políticos tradicionales. Cuando surge una demanda
social, ellos pueden difundirla a muchas personas en un plazo muy breve usando redes
sociales, cadenas de correo o mensajes de texto, lo cual sería materialmente imposible
con una interacción directa, cara a cara. Realizando un ejercicio especulativo quien sabe
si estos actores lograrían un impacto similar en situaciones de interacción offline.
El estudio de Kraft (2010) comprueba que tanto los usuarios como los no usuarios de
Twitter poseen una marcada credibilidad en los tuits de los políticos. Si mutatis mutandis
entendemos que los mensajes que se transmiten en el marco de los movimientos sociales
por determinados actores son decodificados igualmente como mensajes con cierta
intencionalidad, allí encontramos una variable que explica la razón de su alta probabilidad
de influencia social.
Sobre este particular, la política (entendida como el interés por el bien común) involucra
en la práctica un conjunto de actividades dependientes, en gran parte, del comportamiento
de seres humanos, que no siempre son predecibles y que actúan muchas veces movidos
por factores psicosociales que no necesariamente tienen raíces ideológicas definidas. Es
este bien común (entendido en los términos de los objetivos concretos que se perciben y
se persiguen) lo que moviliza a los individuos interconectados, quienes salen a las calles
a protestar sin que previamente los hayan unido, en muchos casos, lazos de interacción
efectiva en el mundo real.
Las representaciones sociales (tales como las imágenes y los recursos audiovisuales) son
muy importantes para traducir el significado, los avatares y tendencias de la protesta,
una visión simplificada de la ideología subyacente o la concepción de la realidad del
movimiento. En este sentido, nos parece muy clara la apreciación de Doerr, Mattoni y
Teune (2013: xi): “los movimientos sociales producen y evocan imágenes: ya sea como
resultado de un esfuerzo planificado, explícito y estratégico, o accidentalmente, de una
manera no pretendida ni deseada”. Estimamos que la connotación de imagen expresada
es multidimensional.
Harb (2013) enfatiza en la importancia del lenguaje en el marco de las protestas y la
difusión de hechos que involucraron la denominada “Primavera árabe”. Destaca que
mientras el gobierno y sus voceros usaban el árabe estándar para dar a conocer su visión
de la realidad e intentar mantener a toda costa el statu quo, el lenguaje de la protesta se
acuñaba en cantos y expresiones habladas en árabe coloquial que era interpretado como
el habla del pueblo (as-sha‘b) y alcanzaba, por ende, un mayor impacto en la población.
Nos parece pertinente aproximarnos al criterio de Fisher y Reuber (2011) quienes afirman
que la utilización de medios sociales propicia nuevas modalidades de interacción social
así como facilita igualmente las cogniciones y la conducta de quienes emplean estos
recursos. En este sentido los elementos simbólicos que emplean los movimientos sociales
resultarían fácilmente interiorizados y motivarían hacia la acción social. Hashtags, SMS o mensajes vía WhatsApp, a pesar de su aparente simplicidad tendrían un impacto importante en los usuarios.
En particular, el uso de los hashtags tiene considerable trascendencia; de ahí que la
información sobre el propósito del movimiento social, a nuestro entender, debe darse
a partir de la decisión del propio nombre del hashtag que se elija. Para Chang (2010),
desde la teoría de la difusión de innovaciones, la posibilidad de adopción de los hashtags
depende de la medida en que el usuario se ha expuesto a su información a través de Twitter
como de alguna aplicación instalada en su teléfono móvil. Pero allí no queda la cosa: el
empleo de los hashtags representa factor de importancia para la identidad del movimiento
social aún en quienes no realizan una presencia activa en las acciones colectivas A este
respecto, Dahlberg-Grundberg y Lindgren (2014) anotan que en tanto los seguidores de un
movimiento usen los hashtags, se involucrarán en mayor medida, sin necesidad de estar
presentes en los lugares de la protesta.
A decir de Harlow (2013), la narrativa de los medios sociales contribuye a la construcción
de la identidad del movimiento social y promueve la acción colectiva. Ganz (2001) coincide
con este criterio, asumiendo asimismo que la narrativa es central a los movimientos
sociales en la medida en que incide en lo que sus integrantes desean lograr. Por su parte,
Gerbaudo (2012) propone una interpretación fenomenológica acerca del rol movilizador de
los medios sociales, enfatizando en el rol de las emociones en la construcción simbólica del
imaginario colectivo y el sentido de pertenencia social de los activistas, a lo cual contribuye
lo que denomina la “coreografía social” de los movimientos sociales contemporáneos.
4. Narrativas y simbolismo para la acción colectiva
En el caso de los movimientos sociales, la acción colectiva requiere información de base
como marco de referencia, al igual que recursos motivacionales que hagan factible la
persuasión de los potenciales adherentes. ¿Cómo se utilizan los elementos simbólicos en
la actividad de los movimientos sociales?, ¿cuál es su impacto? Intentaremos responder
a estas interrogantes a partir de la breve reseña de algunos movimientos sociales y de los
recursos que emplearon.
El primero, particularmente significativo, sucedió en Egipto. La fotografía de Khaled
Said era impactante: había sido tomada por sus propios familiares en la morgue donde
reposaban sus restos con el rostro destrozado, tras la golpiza que le propinara la Policía.
Fue subida a la red y se viralizó rápidamente. A partir de ello se creó el blog “Todos somos
Khaled Said”, el cual jugó un rol importante como motivador de la acción en la “Primavera
árabe”. Como indicador de su trascendencia, al 18 de enero de 2016, registraba 3 784
130 “me gusta” en Facebook (https://www.facebook.com/ElShaheeed). De acuerdo con
Olesen (2013), el joven se convirtió en un “símbolo de la injusticia” y explica cómo se fue
construyendo esta representación y sus interpretaciones relacionadas (figura 3).
Figura 3 : Difusión de la efigie de Khaled Said en redes sociales
Fuente: Elaboración propia, basado en Olesen (2013)
El segundo caso ocurrió en nuestro país. El diario Perú21 (16/VII/2013) presentaba la
transcripción de unos audios en los que se revelaba cómo se negociaba aparentemente en
el Congreso de la República del Perú la elección de miembros del Tribunal Constitucional,
del Banco Central de Reserva y del Defensor del Pueblo. La medida fue descalificada y
categorizada como la “repartija” (peruanismo usado para referirse a acuerdos deshonestos
que involucren reparto de beneficios).
Utilizando los hashtags #tomemoslacalle, #NoALaRepartija y #VerguenzaNacional, así
como un flashmob, miles de personas (especialmente jóvenes) se movilizaron y lograron
que pocos días después el Congreso decidiera dejar sin efecto el acuerdo. La imagen de una
lagartija fue uno de los recursos simbólicos empleados por los activistas, que se reprodujo
reiteradamente en banderolas, camisetas y a través de las redes sociales. Poco después, el
Congreso peruano se retractaría de su decisión.
Pese a las bajas temperaturas, más de cien mil estudiantes universitarios y escolares de
Santiago de Chile marchaban por las calles de la ciudad (18/VIII/2011) protestando y
cantando “Con lluvia y nieve el pueblo también se mueve” (Caballin, 2014). Los jóvenes
protestaban contra los altos costos de la educación superior y los elevados créditos
bancarios que debían pagar al finalizar sus estudios, demandando una educación pública
gratuita y de calidad.
Las movilizaciones por cierto se habían iniciado en mayo. Facebook y Twitter fueron
recursos importantes para congregar a los jóvenes en esta protesta. Una serie de hashtags
habían promovido la movilización, invitando a unirse a la causa, así como a participar
activamente: #laalamedaesnuestra (aludiendo a la Alameda Bernardo O’Higgins, una
de las principales vías del centro de la ciudad) y #4deagosto (la fecha de inicio de las
movilizaciones). Se logró un considerable impacto mediático a nivel internacional.
En 2013, el Primer Ministro turco Recep Tayyip Erdogan lanzó la propuesta de construcción
de un centro comercial de estilo otomano en el Parque Gezi, situado en la Plaza Taksim
de Estambul. El 28 de mayo de ese año estallaron las protestas de miles de manifestantes
quienes ocuparon el parque. Luego de dos semanas fueron desalojados violentamente por
la Policía. Entretanto, más de 3 millones y medio de personas habían participado en cerca
de 5 mil demostraciones de protesta en diversos lugares de Turquía (De Bellaigue, 2013).
Onursoy (2015) realiza el análisis semiótico de uno de los posters (figura 4) que se crearon
y compartieron en las plataformas virtuales durante estas protestas a través de las redes
sociales. El poster estudiado es, a su vez, parte de la foto de portada de la comunidad Diren
Gezi Parki en Facebook (https://www.facebook.com/occupygezipark/).
Figura 4 : Poster Diren Gize Parki
Fuente: Diren Gezi Parki (cuenta oficial en Facebook, 2015)
5. Reflexiones finales
Sobre las redes sociales se han publicado miles de artículos y un sinnúmero de libros.
Eventualmente, sin necesidad de ser tecnofílico, podría sobredimensionarse su rol en el
caso de los movimientos sociales, los cuales no se producen en caso alguno por el mero
empleo de los recursos tecnológicos ni tampoco surgen espontáneamente.
Dado que no lo habíamos explicitado previamente creemos pertinente afirmar que
concordamos en términos generales con el criterio de Gerbaudo (2012) referido a los
diferentes roles que desempeñan las redes en los movimientos sociales. De este modo,
en pocas palabras, Twitter y Facebook actúan como catalizadores de las movilizaciones,
mientras que Flickr, Instagram y YouTube proporcionan testimonios en constante
actualización sobre el curso que van tomando los acontecimientos. Indudablemente, han
contribuido a este propósito los avances tecnológicos de los teléfonos móviles, con acceso
a la Internet y a las redes sociales, amén de su plurifuncionalidad.
Es evidente igualmente que las modalidades de uso de la narrativa y, en general, de los
recursos simbólicos no han sido idénticas en todos los casos, pues ello ha dependido de
factores contextuales, culturales y coyunturales. No obstante a partir del 2007 se empezó a
utilizar el hashtag (#) para etiquetar los mensajes y lograr que se conviertan en tendencia,
lo que (en términos de las redes sociales) equivale a su popularización, lo cual coincide con
las expectativas de quienes promueven los movimientos sociales.
Al reflexionar sobre lo escrito, quisiéramos anotar igualmente que no necesariamente todos
los movimientos sociales han sido exitosos, pues ello podría deducirse erróneamente de
la frecuente alusión a la “Primavera árabe”. Es evidente, por ejemplo, que la denominada
“Revolución del Azafrán” en Myanmar fracasó, que la represión fue sangrienta, así como
que cientos de activistas y monjes budistas fueron encarcelados.
El análisis de los movimientos sociales en los cuales se hace uso de los medios sociales
se enmarcaría temporalmente en lo que autores como Wolikow (1998) y Fazio (1998)
denominan “historia del tiempo presente”. Sin dejar de considerar las reservas que plantea
Scannel (2014), sobre el estudio actual de la influencia duradera de Facebook y Twitter,
hemos insistido a lo largo de nuestro trabajo en el aporte que proporciona la evidencia
científica más reciente sobre el importante papel de las redes sociales en los movimientos
sociales contemporáneos. El presente trabajo ha pasado revista a un número limitado
de casos así como de investigaciones. Estimamos, por ello, que constituye un ejercicio
de aproximación preliminar a una problemática bastante más amplia que valdría la pena
abordar posteriormente.
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protestas estudiantiles en Chile”. Comunicar XXII, núm. 43, pp.25-33.
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