El papel
de las teorías de la comunicación en
la construcción del campo académico de la
comunicación. Reflexiones desde la historia,
la epistemología y la pedagogía
Recibido: 04 de agosto de 2013
Aceptado: 18 de abril de 2014
Universidad Autónoma de la Ciudad
de México
Resumen:
A partir de la exposición de algunas formas de organización de las teorías de la
comunicación, se busca identificar los fundamentos teóricos que permiten
caracterizar como interdisciplinario al campo de la comunicación, sobre todo
marcado por los aportes de ciencias sociales como la sociología, la economía y
la psicología social, entre otras. Una vez identificados los principales rasgos
de la historia del pensamiento comunicacional, se proponen algunos parámetros
para actualizar el campo de las teorías de la comunicación, un campo dinámico y
cambiante, sobre todo por las propias particularidades del fenómeno
comunicativo, sometido a cambios y modificaciones continuas. En última
instancia, se plantean algunas reflexiones epistemológicas y pedagógicas que
pretenden coadyuvar a la dinamización del campo de las teorías de la
comunicación, a partir de ver el papel que juegan en la construcción de los
objetos de estudio del campo y en la formación de profesionales de la
comunicación.
Palabras
clave:
Comunicación, campo académico, teorías de la comunicación,epistemología, formación, historia del pensamiento comunicacional.
Abstract: From the exhibition of some forms of organization communication theories, this text looks for to identify the theoretical foundations that they allow to characterize like interdisciplinary to the field of the communication, mainly marked by the contributions of social sciences like sociology, the economy and social psychology, among others. Once identified the main characteristics of the history of the communicational thought, some parameters set out to update the field of the theories of the communication, a dynamic and changing field, mainly by the own particularities of the communicative phenomenon, put under changes and continuous modifications. In last instance, some epistemological and pedagogical reflections consider that they try to help to make more dynamics communication theories field, from seeing the paper which they play in the construction of the study objects of the field and in the formation of professionals of the communication.
Key words: Communication, Academic Field, Communication Theories, Epistemology, Education, Communication Thought History.
1. Presentación. Breve radiografía histórica de las propuestas de
organización de las teorías de la comunicación
La reconstrucción histórica del campo de la comunicación debe tomar en cuenta varios niveles de análisis, entre
los cuales destacan, a decir de Fuentes (2003: 28), el social (programas,
asociaciones, publicaciones) y el cognoscitivo o intelectual (conceptos, métodos,
articulaciones). En estas páginas nos centramos, específicamente, en el segundo
nivel de análisis, toda vez que daremos cuenta de algunas de las principales
propuestas de organización de las teorías de la comunicación que, sin duda,
permiten plantear algunas hipótesis en torno a cómo se ha configurado
cognoscitivamente el campo académico de la comunicación, a partir de qué
conceptos, enfoques y miradas ha construido conocimiento en torno al fenómeno
que le da nombre. Un fenómeno, la comunicación, que, como se verá
posteriormente, es particularmente cambiante y dinámico, sobre todo en la
actualidad.
A finales de la década de los noventa, Fuentes
(1999: 55) afirmaba que “desde mediados de los años ochenta parecen haberse
multiplicado en tal medida las posturas y posiciones desde las cuales se puede
investigar la comunicación, que el debate es cada vez más difícil, al haber
menos referentes comunes”. Esta situación se observa aún en la actualidad,
donde como veremos, siguen siendo muchos los referentes y posiciones que se
plantean como opciones para investigar (tanto teórica como empíricamente) los
fenómenos relacionados con la comunicación.
Las llamadas ciencias de la comunicación, a lo largo de su trayectoria histórica, han tenido su principal
asiento en las ciencias sociales y en las humanidades, y no tanto así en las
ciencias naturales. Es por ello que las principales influencias que se observan
en la historia del pensamiento comunicacional provienen de corrientes
principalmente sociológicas, tales como el funcionalismo y la teoría crítica,
entre otras.
La revisión de las principales formas de organización de las teorías de la comunicación implica, antes que
cualquier otra cosa, situar el debate en torno a la especificidad del campo
académico de la comunicación. Como afirma Sarale (2008),
“No decimos nada nuevo al enunciar que el campo académico de la comunicación se caracteriza por su indeterminación y su
complejidad en cuanto a la definición de su objeto teórico propio y a su
constitución disciplinaria. Estas dificultades para algunos tienen que ver, tanto con lo polisémico del término
comunicación, como por su triple dimensión en tanto proceso, disciplina y
profesión”.
El contexto del campo de la comunicación es particular dada la condición enunciada en la cita anterior: la comunicación es
un fenómeno sociocultural, es un campo profesional y es, también, un campo
académico. Esta triple condición, si bien aporta una riqueza interesante al
campo que nos ocupa, no está exenta de problemáticas, sobre todo en lo que a la
institucionalización del campo se refiere. A decir de Fuentes (1999: 62),
“El estatuto disciplinario de los estudios sobre la
comunicación es, quizá, el tema crucial de debate sobre el pasado, el presente
y, sobre todo el futuro de nuestro campo académico. En él confluyen los múltiples
y complejos factores históricos que determinan su institucionalización, tanto
en el plano cognoscitivo (saberes teórico-metodológicos) como en el social
(haceres institucionalizados)”.
La legitimación del campo académico de la comunicación siempre ha estado en debate y es “un objeto de lucha, tanto al
interior como al exterior del propio campo” (Fuentes, 2003: 19). En este
contexto, es particularmente importante detenernos a observar cómo se ha
configurado cognoscitivamente el campo académico de la comunicación, y una
opción posible para realizar tal ejercicio es la revisión de algunas formas de
organización de las teorías de la comunicación a lo largo de la trayectoria
histórica del campo.
Siguiendo a Levy y Gurevich (1993: 4), “el ansia por descubrir un
paradigma universal de la comunicación ha sido sustituida por una cómoda
aceptación del pluralismo teórico” (Fuentes, 2003: 22), algo que puede
observarse, precisamente, en la dispersión y amplitud de posicionamientos
teóricos presentes a lo largo de la historia del pensamiento comunicacional.
Como ya dijimos anteriormente, una forma posible de radiografiar qué ha
sucedido con las teorías de la comunicación en el campo académico es la
revisión de algunos manuales de teorías de la comunicación. Esta estrategia
parte de considerar la relevancia de someter a diálogo los programas educativos
y las fuentes bibliográficas. Como apunta Fuentes (2008: 16), “en los libros se
encuentran sistematizados los saberes que los estudiantes deberán apropiar y,
quizá, ‘aplicar’ en el ejercicio de una profesión, en la práctica de la
investigación, en su ubicación ‘ilustrada’ y eficaz en el entorno social”. El
mismo autor afirma que
“La pregunta sobre ‘los libros fundamentales en (y para) el estudio académico de la comunicación’, y su
obligada asociación con la ‘teoría de la comunicación’, admite diversos tipos
de respuestas: algunas descriptivas, otras normativas; pero ninguna de ellas
parece ser no digamos ‘definitiva’, sino al menos local y provisionalmente
satisfactoria” (Fuentes, 2008: 16).
Por ello, lo que aquí se presenta es sólo una posibilidad de entre otras muchas. Los
sesgos en la elección de los manuales siempre estarán presentes, y únicamente
presentamos un ejercicio de análisis
bibliográfico que permite apuntar algunas coordenadas en torno a la
constitución “oficial” del campo académico de la comunicación en lo que a su
trayectoria teórica se refiere.
El ejercicio se inserta, también, en la lógica de
lo trabajado por el estadounidense James Anderson (1996: 5), quien vincula las
comunidades disciplinarias de la comunicación y sus respectivas genealogías
teóricas con los campos de la escolaridad o enseñanza de la comunicación. El
autor afirma que “entramos en la teoría a través de descripciones normalizadas,
en libros de texto, de marcos teóricos generalizados, casi siempre dentro de
alguna división tópica” (Fuentes, 2008: 17). En la obra de Anderson, se ponen
en evidencia
“Por
una parte, la dispersión (e incluso inconmensurabilidad) de los
referentes teóricos en los que se sustenta
intelectualmente el campo y, por otra, la incapacidad de sus ‘agentes’
más destacados para reconocer (y reorientar) los usos y consecuencias
prácticas de
la bibliografía disponible, especialmente la diseñada para operar como
‘libros de texto’” (ibídem: 23).
Y en este contexto general, la situación de la investigación de la comunicación en México, “no tiende hacia
una ‘convergencia’ conceptual o a una ‘consolidación’ disciplinaria, sino hacia
lo contrario: a una creciente diversificación de marcos de fundamentación y a
una especialización temática que se basa en marcos ‘transdisciplinarios’ de las
ciencias sociales y las humanidades” (ibídem:
51).
A continuación damos cuenta del análisis de algunos
manuales de teorías de la comunicación (figura 1), mismo que nos permitirá
apuntar algunas hipótesis sobre el papel de las teorías de la comunicación en
la configuración cognoscitiva del campo académico de la comunicación:
Los
datos arrojados en este análisis dan cuenta de la dispersión y falta de
consenso en torno a los
conocimientos teóricos que constituyen el campo de las “teorías de la
comunicación”, denominación bajo la cual se encuentran múltiples
enfoques,
procedentes de matrices disciplinares distintas y que, por ende, ponen
énfasis
en procesos distintos a partir de conceptos muy diversos. Este primer
apunte
permite afirmar, entonces, que las clasificaciones de las teorías de la
comunicación son muchas y muy diversas.
En las obras revisadas aparecen desde la división tripartita clásica de
las teorías de la comunicación en
estructuralismo, funcionalismo y marxismo (presente en las obras de
Toussaint y Paoli) hasta la enumeración extensísima de “teorías” sobre
los diferentes
niveles del fenómeno comunicativo que presentan West y Turner, pasando
por recuentos más o menos legitimados de teorías de la comunicación que
incluyen no
sólo a los estudios funcionalistas, sino también a las teorías
críticas, las
sociologías culturales y las sociologías interpretativas, clasificación
presente, con diferentes niveles de profundidad, en obras como las de
Smith,
Moragas, Wolf, Rodrigo y McQuail, entre otros.
Estos datos, puramente descriptivos, permiten afirmar lo que ya se ha dicho en muchas ocasiones: el campo académico de la comunicación, pese a su grado elevado de institucionalización, no tiene claridad cabal en torno a las teorías que deben aplicarse para analizar los fenómenos comunicativos. Si algo parece estable en esta amalgama de enfoques teóricos es la presencia de la sociología como fuente teórica indiscutiblemente predominante en las llamadas teorías de la comunicación, algo que observamos en la presencia de la teoría funcionalista, la teoría crítica, los estudios culturales, la economía política, las sociologías interpretativas y los aportes de la psico-sociología. Enfoques, los anteriores, cuya importancia para el campo de las teorías de la comunicación pocos investigadores de la comunicación pondrían en duda.
En el siguiente apartado, y tomando como partida las ideas vertidas a partir del análisis de los manuales de teorías de la
comunicación, situamos el debate en torno a la triple condición de la
comunicación como fenómeno (y por lo tanto como objeto de estudio inter y
transdisciplinar), como campo profesional y como campo académico. Y nos
centramos, específicamente, en la discusión en torno a la naturaleza
disciplinaria, interdisciplinaria y/o transdisciplinaria de este campo de
conocimiento.
2. La comunicación, ¿ciencia, campo, disciplina, interdisciplina,
transdisciplina?
La pregunta por la cientificidad de la comunicación no es nueva y ha dado lugar a múltiples posicionamientos, reflexiones y
propuestas. Como afirma León (2009), en un ejercicio de análisis de la
producción en el marco del Grupo de Teorías y Metodologías de la Investigación
en Comunicación de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la
Comunicación (ALAIC), “las cuestiones centrales que patentiza el campo
académico de la comunicación, y los desafíos que en la actualidad se le
presentan a su investigación, tienen que ver fundamentalmente con su estatuto
disciplinario”.
Según Morin (1994: 14), una disciplina “tiende naturalmente a la autonomía, por la delimitación de sus fronteras, la lengua
que ella se constituye, las técnicas que ella está conducida a elaborar o a
utilizar, y eventualmente por las teorías que le son propias” (ápud Pereira, 2005: 418). También, para
que un conjunto de conocimientos se constituyan como disciplina debe haber
claridad y precisión en el objeto de estudio, algo que no sucede con la
comunicación, por la propia dispersión y multiplicidad de significados que el
propio término “comunicación” connota1.
Si el campo de la comunicación es, por naturaleza, un campo inter y transdisciplinar, es, entre otras razones, porque el propio
fenómeno comunicativo es susceptible de ser analizado desde múltiples ópticas y
enfoques, y como ha quedado claro anteriormente, las matrices teóricas desde
las cuales se ha investigado la comunicación a lo largo de la historia no
pueden agruparse en un único “modo de ver” adscrito a una única disciplina. Es
claro, entonces, que “la comunicación no puede ser encasillada en los márgenes
de
un compartimento disciplinario estanco” (Torrico, 2006: 3). En otros términos, Múnera
1. Un ejemplo de la diversidad de significados del término comunicación lo
encontramos en la clasificación que sobre el concepto hace Papalini (2002) con
base en la taxonomía de Gallino (1995). La autora propone los siguientes modos
de concebir a la comunicación: a)
Como simple transmisión de un estado o propiedad, que puede referirse a objetos
inanimados; b) como un comportamiento
de un ser viviente que influye sobre otro; c)
como intercambio de valores sociales;
d) como transmisión de información;
e) como el acto de compartir significados
socialmente intercambiados; y f) como
formación de una unidad social que comparte valores, un determinado modo de
vida y un conjunto de reglas.
“En
los debates realizados en el contexto internacional sobre el estatuto
epistemológico de la comunicación para
definir si se trata de una ciencia, de una disciplina, de una
interdisciplina, de una transdisciplina, de un campo de conocimiento, o
incluso, si como
prefiere Fernando Andrach (2001), de una ‘indisciplina’, la acepción
que más fuerza ha tomado es la de campo trans e interdisciplinar de
conocimiento de las
ciencias humanas y sociales”.
Entonces, si la comunicación más bien es un campo inter y transdisciplinario, parece poco factible poder hablar
de la comunicación como una ciencia, al menos en el sentido clásico del
término. Tradicionalmente, para que un conjunto de conocimientos se constituyan
como ciencia se requiere la búsqueda de una verdad universal como valor
supremo; la verificación empírica o contrastación con el mundo real y natural,
y la objetividad. Es obvio que la producción académica que se ha generado a lo
largo de la historia del campo académico de la comunicación no cumple con estos
requisitos. Por lo anterior, queda claro que la comunicación está más cercana
al concepto de campo:
“Es un campo de conocimiento desde el cual se puede comprender, interpretar e intervenir a múltiples niveles
los procesos de interacción y significación a través de la creación,
circulación y usos de medios y tecnología y de formas simbólicas con
multiplicidad de perspectivas: social, cultural, ética, política, estética y económica,
entre otras” (Pereira, 2005: 421).
Los fenómenos comunicativos son hechos sociales que pueden y deben interesar a cualquier disciplina relacionada
con la sociedad humana y con el comportamiento humano. O dicho de otra forma, “la
comunicación es atravesada por todos los órdenes de lo humano, y también ella
los atraviesa” (Sierra, 2005: 93). De ahí que la comunicación sea un objeto de
estudio compartido por varias miradas disciplinarias y campos de saber. Así, la
comunicación, parafraseando a Sánchez Ruiz (1997: 57), no tiene ni ha tenido un
campo disciplinar propio, sino un dominio de estudio, más o menos común,
alrededor del cual se ha conformado el campo sociocultural. Este dominio, a
decir del autor, “ha sido, es y quizá tendrá que seguir siendo una encrucijada
inter y transdisciplinaria dentro de las ciencias sociales y humanas”.
Vassallo y Fuentes (2002: 4) aplican el concepto de campo de Pierre Bourdieu2
a la comunicación, y sostienen que
“El campo académico de la comunicación está constituido por: un conjunto de instituciones de educación
superior destinadas al estudio y a la enseñanza de la comunicación, donde se
produce la teoría, la investigación y la formación universitaria de los
profesionales de la comunicación. Lo que implica que en ese campo se pueden
identificar varios subcampos: el científico, implicado en prácticas de
producción del conocimiento: la investigación académica tiene la finalidad de
producir conocimiento teórico y aplicado por medio de la construcción de
objetos, metodologías y teorías; el educativo, que se define por prácticas de
reproducción de ese conocimiento, es decir, mediante la enseñanza universitaria
de materias relacionadas con la comunicación, y el profesional, caracterizado
por prácticas de aplicación del conocimiento y que promueve vínculos variados
con el mercado de trabajo”.
Nuevamente aparece la triple condición de la comunicación, ahora asentada a partir del concepto de campo. La comunicación,
así entonces, es simultáneamente un campo educativo, profesional y científico o
académico, además de ser, antes que cualquier otra cosa, un fenómeno
sociocultural que todo ser humano experimenta cotidianamente y sobre el cual
pueden afirmarse muchas cosas.
Como decíamos anteriormente, la comunicación no se ha configurado ni
como ciencia ni como disciplina. Pero su institucionalización y la cultura
académica que existe sobre el fenómeno comunicativo, y que se observa en la
trayectoria de los estudios sobre comunicación que tienen ya más de cien años,
permiten hablar de un campo académico, sin duda alguna74. Veamos ahora si este campo, de
naturaleza interdisciplinaria, puede ser considerado una transdisciplina. Como
afirma Nicolescu (1999), el término transdisciplina
“Concierne como lo indica el prefijo trans, a lo
que simultáneamente es entre las disciplinas, a través de las disciplinas y más
allá de toda disciplina. Su finalidad es la comprensión del mundo presente, uno
de cuyos imperativos es la unidad del conocimiento” (Múnera, 2010: 15).
2. Bourdieu (1997: 48-49) define al campo como “un espacio social
estructurado, un campo de fuerzas, hay dominantes y dominados, hay relaciones
constantes, permanentes, de desigualdad, que se ejercen al interior de ese
espacio- que es también un campo de luchas para transformar o conservar este
campo de fuerzas”. En el campo se construye una visión interpretativa y de
apuesta por la construcción de sentido. Y el campo promueve la existencia de
objetos, discursos, sujetos, conocimientos y acciones.
3. Otros autores hablan de la comunicación como una “cultura académica”
(Torrico, 2006), entendida como un conjunto de premisas que la mayoría de
miembros de una determinada comunidad científica, en este caso la de la
comunicación, comparten.
El fenómeno comunicativo es, sin duda, interdisciplinar, pues sobre él (unidad) se han escrito, investigado,
reflexionado e interpretado múltiples cuestiones (diversidad). Prueba de ello
es, como ya se ha apuntado anteriormente, la multiplicidad de perspectivas
desde las cuales se ha abordado el fenómeno. La “pretensión de articulación
total” a la que debiera aspirar la transdisciplinariedad parece no estar aún
lograda en el campo académico de la comunicación, toda vez que no parece haber
el consenso necesario ni siquiera en la definición del propio fenómeno
comunicativo objeto de estudio, polisémico donde los haya y aglutinador de una
serie de procesos a los que se da un énfasis distinto según sea la mirada desde
la cual lo estemos observando. Lo anterior se sitúa en la línea de lo comentado
por otros autores como Pineda (2004), para quien
“Los objetos de estudio de la comunicación se han construido desde miradas múltiples pero en sus primeras
aproximaciones se mantuvieron parcelas y es en los últimos años, especialmente
desde los ochenta en adelante, que se busca integrar en una visión más
interdisciplinaria con un sentido de mayor totalidad, para poder avanzar en la
construcción de un pensamiento comunicacional transdisciplinario todavía no
consolidado”.
Martín-Barbero (1992) ahonda en lo anterior, al postular que el necesario avance hacia la transdisciplinariedad
en los estudios de la comunicación implica “no significa la disolución de sus
objetos en los de las disciplinas sociales sino la construcción de las
articulaciones -mediaciones e intertextualidades- que hacen su especificidad”.
Desde este punto de vista, la comunicación es, entonces, un campo multidisciplinario y, a lo sumo,
interdisciplinario. Al menos en estos momentos. El debate, a veces, roza la paradoja,
toda vez que, por un lado, toda actividad humana tiene que ver con la
comunicación, y por lo tanto, este fenómeno no puede adscribirse a una única
perspectiva teórica ni metodológica. Y por el otro, el estudio de la
comunicación se apoya de otros campos de conocimiento como la lingüística, la
semiótica, la sociología, aunque no se trate de un agregado de discursos
teóricos que la conviertan automáticamente en un dominio de estudios
interdisciplinar. Así entonces, estamos ante un objeto de estudio que por su
propia naturaleza debe interesar a varias disciplinas, pero esta misma
condición hace que la consolidación teórica del campo de la comunicación siga
sin lograrse.
3. Las teorías de la comunicación y la constitución
cognoscitiva del campo
El sentido común del campo académico asume que la comunicación es el objeto de estudio de las ciencias de
la comunicación, de aquellas aproximaciones teóricas que se han interesado por
la comunicación, sobre todo por los medios de difusión masiva, y han generado
datos empíricos sobre alguna de las aristas que componen el fenómeno
comunicativo. Se aprecia un enfoque primordialmente sociológico en el abordaje
de la comunicación desde el campo académico de la comunicación; un enfoque que
ve, entonces, a la comunicación desde estructuras conceptuales sobre todo
provenientes de matrices conceptuales sociológicas.
Para que la comunicación, si es que aun no lo tiene, “llegue a encontrar un campo de reflexión propio, dimensionado, que no
tenga que recurrir a explicaciones externas, sino que genere sus propios
términos explicativos” (Montes, 1983: 15), es necesario alimentar la
consolidación teórica del campo, tener consensos mínimos en torno a los
conceptos, enfoques y teorías propias de este dominio de conocimiento.
“La existencia de una ciencia de
la comunicación es indemostrable -en términos lógicos - como consecuencia
natural de las limitaciones formales inherentes a cualquier planteamiento
teórico de la misma, al que se le quiera dar un carácter absolutista, en el
sentido de caer en la falacia de que ya se tiene una teoría totalmente acabada”
(Moreno, 2008).
Ciertamente, es difícil hablar de una teoría completamente acabada sobre la comunicación, pues en este campo no es posible
buscar fundamentos definitivos y absolutos del conocimiento científico sobre
los fenómenos comunicativos. Cualquier teoría que se pretenda, en cualquier
área de conocimiento, siempre será insuficiente e inacabada, y por lo tanto, no
responderá a todas las interrogantes que se pueden hacer al respecto. “El ideal
de una teoría plenamente acabada de la comunicación es una verdadera utopía”
(Moreno, 2008).
Pese al crecimiento del campo académico, la comunicación no ha alcanzado la madurez y estabilidad de otras disciplinas
científicas. Como afirma Sierra (2005: 88), “las llamadas ciencias de la
comunicación son todavía un campo del saber en construcción, a pesar de los
años y esfuerzos para constituirse como campo de estudio, afinar sus
metodologías de investigación y establecer sus paradigmas teóricos”. Y ello se
debe, precisamente, a su insuficiente fundamentación teórica, entre otras
razones. Además, la teoría de la comunicación debe librarse de dos viejos
lastres (Moreno, 2008): la indefinición de su objeto de estudio (“todo es
comunicación”) y la identificación con la comunicación mediática. Parte del
problema de la indefinición de la comunicación como campo científico es
producto, también, de que la comunicación surgió primero de la profesión para
luego trasladarse problemáticamente al campo de lo académico-científico.
La escasa claridad en la delimitación del objeto de estudio de la
comunicación como campo científico puede conducir, a decir de varios autores, a
la marginalidad: “Si el campo comunicacional no crea su propio objeto y método,
su propia epistemología, estará destinado a la marginación institucional”
(Olmedo, 2007: 3). En la misma línea, Torrico (2004) afirma que “la de la
comunicación es un área particularmente afectada por ese síndrome de lo light, esa vacuidad, debido en especial
al tipo de demanda coyuntural comercial”. Para el autor, el objeto de la
comunicación es “el proceso social de producción, circulación mediada,
intercambio desigual, intelección y uso de significaciones y sentidos
culturalmente situados” (ibídem),
afirmación que se asemeja a la propuesta por Fuentes Navarro, quien afirma que
la investigación en comunicación tiene como objeto de estudio a la producción
social de sentido (Fuentes Navarro, 2003 y 2004).
La investigación en comunicación, así entonces, aborda un objeto empírico propio, pero lo hace desde objetos
teóricos emanados de disciplinas diversas. Por lo anterior, se puede afirmar, recuperando a Follari (2000), que
“No
hay autonomía de este campo disciplinar, pues su objeto no surge desde
la peculiaridad de constitución de
un nuevo campo teórico, sino desde la directa necesidad social de
explicarse un espacio concreto de funcionamiento de ámbitos de lo real”.
Fuentes (cf.
2006: 4-5), a lo largo de la década de los noventa, desarrolló un modelo para
analizar los procesos de estructuración del campo académico de la comunicación
en México, que abarcaba tres escalas, a saber: la escala individual (procesos
de constitución de los sujetos, procesos de formación/conformación del habitus, y procesos de
profesionalización), la escala institucional (procesos de institucionalización
social u organización, procesos de institucionalización cognoscitiva y procesos
de especialización de la producción científica) y la escala sociocultural
(procesos de auto-reproducción, procesos de legitimación social del campo ante
el estado y la sociedad civil y procesos de asimilación/acomodación del sentido
del campo y de las prácticas en el cambiante entorno sociocultural de la
realidad).
En estas páginas nos hemos centrado en el proceso
de institucionalización cognoscitiva del campo académico de la comunicación, y
hemos apuntado algunos rasgos que permiten ver qué papel han jugado las teorías
de la comunicación en dicho proceso. Como se ha podido observar a partir de los
datos descriptivos arrojados del análisis de 18 manuales de teorías de la
comunicación, no existe un consenso cabal en torno a los enfoques y
perspectivas teóricas desde las cuales se deben observar los fenómenos
comunicativos.
El campo de la comunicación, a lo largo de su
historia, ha legitimado en cierto modo la división tripartita de teorías en
funcionalismo, marxismo y estructuralismo, clasificación que desde hace varias
décadas parece ya obsoleta, sobre todo por los cambios que se han sucedido en
el propio fenómeno comunicativo, que como muchos objetos de conocimiento de
gran parte de las ciencias sociales y humanas, evoluciona a un ritmo mucho
mayor que el campo científico que cobija las investigaciones en torno al
fenómeno objeto de estudio.
Hemos visto, también, que la trayectoria histórica del campo académico de la comunicación permite hablar de
campo, mas no de disciplina o ciencia, afirmación que sigue generando debate en
la mayoría de foros de investigadores sobre la comunicación, no sólo en México
y América Latina, sino también a nivel internacional. Parece claro que hay
consenso en torno a que la comunicación se ha configurado como un campo de
conocimiento interdisciplinar; pero no ocurre lo mismo con los enfoques teóricos
que serían propios del campo comunicativo, que lo harían ser concebido como
generador de una “mirada específica” sobre la realidad social.
Lo anterior hace apremiante la tarea de revisar el campo específico de las teorías de la comunicación. Ante la emergencia de nuevos fenómenos comunicativos es menester configurar nuevas miradas y nuevos enfoques teóricos que permitan más y mejores lecturas en torno a la comunicación. Y ello, en parte, debe hacerse a partir de la reflexión pedagógica, es decir, preguntándonos cómo podemos innovar el campo de las teorías de la comunicación y su enseñanza. A ello dedicamos el próximo apartado.
4. La necesidad de innovar el campo de las teorías de la comunicación y su
enseñanza
Es un hecho que la demanda del campo educativo de la comunicación va in
crescendo desde hace ya varias décadas. Tampoco puede negarse que ante el
vertiginoso crecimiento del número de escuelas y facultades que ofrecen planes
de estudio en comunicación han sido muchas las propuestas para re-pensar cómo
estamos formando a los comunicadores y comunicólogos. La ambigüedad y
dispersión del objeto académico de la comunicación se ha trasladado también a
las aulas, lo cual ha generado “una débil identificación social y una
concepción de ‘presindencia’ que golpea sistemáticamente los afanes y aspiraciones
de los actores del campo por legitimar su saber y su saber hacer” (Luna, 1994:
180).
El boom de los estudios de comunicación que se dio en los años ochenta en México estuvo marcado por la tendencia a enseñar el
manejo técnico de los medios de comunicación colectiva, esto es, el diseño de
mensajes para ser difundidos en distintos soportes. El perfil iba, entonces,
dirigido a la formación de profesionales de los medios, y en mucha menor
medida, a la formación de científicos sociales capaces de analizar, pensar,
investigar e intervenir los fenómenos comunicativos entendidos como fenómenos
socioculturales sin los cuales es imposible comprender las realidades actuales4.
Desde entonces, incluso desde antes, el debate entre la teoría y la práctica está servido y todavía no parece haber total
consenso en torno a cómo superar esta tensión. En palabras de Luna (1994: 184)
“El objeto académico quedó así sometido a la tensión entre la exigencia teórica, vinculada por la vía de lo
ideológico con el plano del fenómeno, y los requerimientos técnicos en el
manejo de los operadores, tensión que, a su vez, dio origen a la bifurcación ‘casi
irreconciliable’ entre la teoría y la práctica”.
4. Para ahondar en el asunto de los
perfiles de formación de comunicadores y comunicólogos nos parece importante
recuperar la clasificación que propone Fuentes Navarro (1996: 139 y ss.), para
quien existen, al menos, tres modelos formativos, a saber: el modelo de
formación de periodistas, el modelo del comunicador como intelectual y el
modelo del comunicador como científico social. La relación entre los perfiles
formativos (a los que agregamos el perfil sociocultural del comunicador) y la
formación teórica en comunicación la presentamos en un trabajo anterior (Rizo,
2010).
En esos momentos de debate en torno a la dispersión del objeto académico
de la comunicación y sus efectos en la enseñanza de la comunicación en México,
Orozco (1992:
41) afirmó que la comunicación
adolecía de una “deficiencia congénita”, misma que se manifestaba, según el
autor, en los siguientes síntomas: la escisión entre técnica y espíritu; la
separación entre teoría y práctica y entre enseñanza e investigación; la
ambigüedad de la denominación “ciencias de la comunicación”, que no ha logrado
articulaciones sólidas ni coherentes; y el reduccionismo de asociar la
comunicación únicamente con los medios.
Muchos de los autores que han reflexionado sobre las afectaciones que la indefinición del campo académico
acarrea en la enseñanza de la comunicación ponen el acento en la dispersión y
ambigüedad presente desde las propias formas de nombrar los planes de estudio
en comunicación a nivel superior. Caletti (1991: 26) nos ofrece una clara síntesis
al respecto:
“Los distintos espacios institucionales de
enseñanza e investigación fueron bautizados, de acuerdo a las concepciones
político-epistemológicas de cada tiempo y lugar y una vez superada la etapa de
formación periodística, de distintas maneras: como Ciencias de la Información,
atadas al intento de formalización tecnocrática con que llega hasta nosotros el
desarrollo de la cibernética; como Comunicación Social, recipendiaria de los
impactos acumulados de la sociología de la dependencia, de las nociones
críticas sobre la industria cultural, de la brusca inclusión de los sectores
populares como actores posibles del drama comunicacional y de los primeros
contactos fecundos con el instrumental semiológico para el análisis de este
drama; y como Ciencias de la Comunicación, tendencialmente vinculada a esa
nueva apertura problemática que sucede al agotamiento de los grandes paradigmas
omnicomprensivos que despliega la diversidad de sus objetos posibles como dato
irremisible de su propia constitución provisional, al tiempo que regresa a las
prácticas específicas a buscar nuevas claridades”.
En este último apartado se proponen algunos parámetros para actualizar el campo de las teorías de la
comunicación, que ha de ser concebido como un campo dinámico y en constante
evolución, sobre todo por las propias particularidades del fenómeno
comunicativo, hoy en día sometido a cambios y modificaciones continuas. En
última instancia, se plantean algunas reflexiones que pretenden coadyuvar a la
dinamización del campo de las teorías de la comunicación, a partir de ver qué
papel juegan las teorías en la construcción de los objetos de investigación
propios del campo y en la formación de los profesionales de la comunicación.
Enumeramos, a continuación, algunos de los retos que presenta la formación de comunicadores y
comunicólogos, con énfasis en aspectos de formación teórica:
• Antes
que cualquier otra cosa, es imprescindible tener claridad en torno al
concepto de comunicación. A nivel formativo, es necesario dividir el
concepto(entendido siempre como fenómeno sociocultural) en sus
respectivos niveles de análisis (de la comunicación
intrapersonal a la comunicación colectiva, pasando por la comunicación
interpersonal, intergrupal e intragrupal), en sus múltiples modalidades
(comunicación directa, comunicación mediada, comunicación digital,
etc.) y en
sus diversas áreas de aplicación (organizacional, política, educativa,
para el
desarrollo, entre otras).
•
Es necesario superar la división clásica tripartita de las teorías de
la
comunicación, y pese a que no soslayamos la importancia de recuperar (y
releer) el trabajo de los autores clásicos y canónicos en el campo de
la comunicación,
consideramos necesario ampliar las lecturas y estar actualizados
permanentemente en materia de discusión teórica sobre la comunicación.
•
La organización de las materias teóricas en los planes de estudio trae consigo
varias implicaciones que no hay que perder de vista. Al respecto, algunas
interrogantes que podemos plantear son las siguientes: ¿es preferible que las
materias estén organizadas por enfoque o por nivel del proceso comunicativo?,
¿de qué manera los estudiantes pueden aprehender con mayor solidez la utilidad
de las teorías y conceptos que permiten abordar los fenómenos comunicativos?
• Sin duda, es importante trabajar
las múltiples lecturas novedosas en torno a los nuevos fenómenos comunicativos
(redes sociales, comunicación digital, virtualidad, redes sociales, etc.). Hay
aportes novedosos cuya lectura es, hoy, obligada: las teorías de las
hipermediaciones y la filosofía de la tecnología, entre otras. El advenimiento
de nuevos fenómenos vinculados con la comunicación (recordemos que, como en el
caso de la mayoría de ciencias sociales, el objeto de estudio de la
comunicación corre a mayor velocidad que las investigaciones académicas que
sobre él se desarrollan) hace necesaria la construcción de nuevos conceptos o,
al menos, la discusión en torno a la validez de conceptos canónicos en el campo
que deben ser superados; un ejemplo de lo anterior es el debate en torno al
tránsito de la comunicación de masas a la comunicación posmasiva).
•
Por último, pero no por ello
menos importante, hay que fortalecer la relación teoría-práctica en la
formación de comunicadores y comunicólogos, para que los propios estudiantes (y
también los docentes) sean capaces de vincular los conocimientos teóricos con
sus haceres profesionales prácticos (sean estos vinculados con el trabajo en
los medios, con la investigación académica, la investigación comercial o el
trabajo en algún área de comunicación social de cualquier institución).
Así como es apremiante la discusión de cuestiones como las anteriores en la dimensión pedagógica-educativa del campo de la comunicación, no menos importante es seguir alimentando las discusiones teóricas entre académicos. El reconocimiento de lo sucedido a lo largo de la breve pero sustanciosa historia del campo académico de la comunicación en lo que a perspectivas teóricas se refiere hace necesario no dar por zanjado el debate en torno a qué referentes teóricos debemos dominar los investigadores de la comunicación y qué conceptos y juicios podemos proponer para investigar de forma rigurosa los nuevos fenómenos comunicativos. Sólo así, el campo académico de la comunicación podrá seguir generando conocimiento riguroso, apegado a las exigencias académicas y, por supuesto, vinculado con su entorno sociocultural de referencia, al que debe orientarse.
Fuentes consultadas
Anderson, J. (1996). Communication
theory. Epistemological foundations. Nueva York, Londres: The Guilford
Press.
Bourdieu, P. (1997). Espacio social y campo de poder. Barcelona:
Anagrama.
Caletti, S. (1991). “Profesiones,
historia y taxonomías. Algunas discriminaciones necesarias”. Diálogos de la
comunicación, núm. 31, pp. 25-36.
Corral, M. (1986). La ciencia
de la comunicación en México. Origen, desarrollo y situación actual.
México D. F.: Trillas.
De Moragas, M.
_(2011). Interpretar la comunicación. Estudios sobre medios en
América y Europa. Barcelona: Gedisa.
_(1981). Teorías de la
comunicación de masas. Investigaciones sobre medios en América y Europa.
Barcelona: Gustavo Gili.
Follari, R. (2000).
“Comunicología Latinoamericana: disciplina a la búsqueda de un objeto”. Pensamiento
Comunicacional Latinoamericano, vol. 2, núm. 1. Extraída el 18/ IX/2011
desde http://www2.metodista.br/unesco/PCLA/revista5/forum%205-3.htm
Fuentes Navarro, R.
_(2008). “Bibliografías,
biblionomías, bibliometrías: los libros fundamentales en el estudio de la
comunicación”. Comunicación y Sociedad, núm. 10, pp. 15-53.
_(2006). “Las dimensiones
cognoscitiva y organizacional en la estructuración del campo académico de la
comunicación”. UNIrevista, vol. 2, núm. 3. Extraída el 2/VI/2011 desde
http://www.unirevista.unisinos.br/_pdf/UNIrev_FuentesNavarro.PDF
_(2004). “Del intercambio de
mensajes a la producción de sentido: implicaciones de una perspectiva sociocultural
en el estudio de la comunicación”. Quórum Académico, Vol. 1, Núm. 1, (enero -
junio 2004), pp. 3-22. Maracaibo (Venezuela): Universidad de Zulia. Recuperado
el 2 de enero de 2012, de http://www.revistas.luz.edu.ve/index.php/quac/article/view/1592/1547
_(2003).
“La producción social de sentido sobre la producción social de sentido: hacia
la construcción de un marco epistemológico para los estudios de la
comunicación”, pp. 15-40. Vassallo de Lopes, M. (org.) Epistemologia da
Comunicação. São Paulo: Loyola.
_(1999).
“La investigación de la comunicación en América Latina: condiciones y
perspectivas para el siglo XXI”. Diálogos de la comunicación, núm. 56,
pp. 52-68.
_(1997). “Retos disciplinarios y
posdisciplinarios para la investigación de la comunicación”. Comunicación y
Sociedad, núm. 31, pp. 215-239.
_(1996). La
investigación de la comunicación en México. Sistematización documental 1986-1994.
Guadalajara: Universidad de Guadalajara-ITESO.
Galindo, J. (coord.). Comunicación,
ciencia e historia. Fuentes científicas históricas hacia una
comunicología posible. Madrid: McGraw-Hill Interamericana.
Gallino, L. (1995). Diccionario
de sociología. México D. F.: Siglo XXI.
Igartua, J. y Humanes, M. (2004).
Teoría e investigación en comunicación social. Madrid: Síntesis.
Lazar, J. (1996). La ciencia
de la comunicación. México D. F.: Publicaciones Cruz.
León
Duarte, G. (2009, octubre 19-22). “Estrategias, posiciones y prácticas
científicas en la enseñanza y la investigación de la comunicación en América
Latina”. Ponencia presentada en el XIII Encuentro Latinoamericano de Facultades
de Comunicación Social. La Habana (Cuba), 19-22 de octubre de 2009. Extraída el
18/VII/2011 desde http://www.dialogosfelafacs.net/descargas/APP1_Mexico%20%20Gustavo%20Leon.pdf
Levy, M.
y Gurevitch, M. (eds.) (1993). “The future of the field - Between fragmentation
and cohesion [special issues]”. Journal of Communication, vol. 43, núms.
3 y 4, pp. 1-190.
Lozano, J. (2007). Teoría e
investigación de la comunicación de masas. México D. F.: Pearson.
Luna
Cortés, C. (1994). “El objeto académico en la enseñanza de la comunicación.
Siete versiones y un comentario”. Estudios sobre las culturas contemporáneas,
vol. 6, núm. 16-17, pp. 179-207.
Marafioti,
R. (2005). Sentidos de la comunicación. Teorías y perspectivas sobre cultura
y comunicación. Buenos Aires: Biblos.
Martín Barbero, J. (1992).
“Pensar la sociedad desde la comunicación. Un lugar estratégico para el debate
de la modernidad”. Diálogos de la comunicación, núm. 32. Extraída el
2/X/2011 desde http://www.dialogosfelafacs.net/revista/upload/articulos/pdf/32JesusMartin.pdf
Martino, L. (2009). “Teorias da
comunicação: o estado da arte no universo de língua española”, pp. 38-54. En
García Galindo, J.; Vassallo de Lopes, M. y Vera Balanza, M. (coords.). Construir
la sociedad de la comunicación. Madrid: Tecnos.
Mattelart, A.; Mattelart, M. (1997). Historia de las teorías de la
comunicación. Barcelona: Paidós.
McQuail, D. (1991). Introducción a la teoría de la comunicación de
masas. Barcelona: Paidós.
Miége, B. (1996). El pensamiento comunicacional. México D. F.:
UIA.
Miller, K. (2005). Communication Theories. Perspectives, Processes
and Contexts. Nueva York: McGraw-Hill.
Montes, E. (1983). “Hacia una
fundamentación de la comunicación como ciencia”. Signo y Pensamiento,
vol. II, núm. 2, pp. 12-15. Extraída el 2/II/2012 desde http://www.javeriana.edu.co/signoyp/pdf/0201.pdf
Moreno Pérez, A. (2008, febrero
7). “¿Son las ciencias de la comunicación esencialmente incompletas?”. Extraída
el 7/II/ 2008 desde http://www.laflecha.net/canales/ciencia/articulos/son-las-ciencias-de-la-comunicacion-esencialmente-incompletas
Múnera, P. (2010). “Una
aproximación in-disciplinaria a la epistemología de la comunicación”. Encuentros,
vol. 8, núm. 15, pp. 11-23. Extraída el 1/X/2011 desde http://www.uac.edu.co/images/stories/publicaciones/revistas_cientificas/encuentros/volumen-8-no-15/art01.pdf
Nicolescu, B. (1999). La transdisciplinariedad. París: Du Rocher.
Olmedo, G. (2007). “Interrogantes
acerca del estatuto epistemológico de la comunicación. Acercamiento a caminos
propuestos”. Ponencia presentada en las XI Jornadas Nacionales de
Investigadores de la Comunicación, UNCUYO, Mendoza. Extraída el 10/I/2009 desde
http://redcomunicacion.org/memorias/pdf/2007Giolmedo.pdf
Orozco, G. (1992). “De las
disciplinas a los saberes. Hacia una reestructuración de la comunicación desde
la academia”. Comunicación. Estudios venezolanos de comunicación, núm.
87, pp. 39-45. Extraída el 22/XI/2011 desde
http://www.gumilla.org.ve/biblioteca/ bases/biblo/texto/COM199487_39-45.pdf
Paoli, J. (1977). Comunicación
e información. Perspectivas teóricas. México D. F.: Trillas.
Papalini,
V. (2002). “La comunicación: espacio teórico para la ideología contemporánea y
su crítica”. Ponencia presentada en el VI Congreso Latinoamericano de
Investigadores de la Comunicación, Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Documento
mimeografiado.
Pereira, J. (2005). “La
comunicación: un campo de conocimiento en construcción”.Investigación y
desarrollo, vol. 13, núm. 2, pp. 412-441.
Pineda,
M. (2004). “La investigación de la comunicación en América Latina: ¿cómo lo
hacemos y hacia dónde vamos?”. Ponencia presentada en el VII Congreso de ALAIC.
Extraída el 11/XI/2011 desde
http://www.alaic.net/VII_congreso/gt/gt_17/gt17%20p16.html
Rizo
García, M. (2010). “Formación teórica en Comunicación. La historia del
Pensamiento Comunicacional en el plan de estudios de la licenciatura en
Comunicación y Cultura de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México”. Diálogos
de la Comunicación, núm. 80. Extraída el 2/XII/2011 desde
http://www.dialogosfelafacs.net/revista/articulos-resulta
do.php?ed=80&id=146
Rodrigo, M.
_(2001). Teorías de la
comunicación. Ámbitos, métodos y perspectivas. Barcelona: UAB.
_(1989). Los modelos de la
comunicación. Madrid: Tecnos.
Sánchez Ruiz, E. (1997). “Algunos
retos para la investigación mexicana de comunicación. Una reflexión personal
(en diálogo con Raúl Fuentes)”. Comunicación y Sociedad, núm. 30.
Sarale,
N. (2008). “Comunicación, cultura, estudios culturales... La (in)definición del
objeto de estudio de la comunicación y de su estatuto
(in/inter/multi/trans/post) disciplinario”. Questión, vol. 11, núm. 20.
Extraída el 3/X/2011 desde http://www.perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/
question/article/viewArticle/676
Sierra,
L. (2005). “Una aproximación trans e interdisciplinaria del campo de la
comunicación”. Conexão - Comunicação e Cultura, vol. 4, núm. 8, pp.
81-100. Extraída el 19/XII/ 2011 desde http://www.ucs.br/etc/revistas/index.php/conexao/article/viewFile/106/97
Smith, A. (comp.) (1976). Comunicación
y cultura. Buenos Aires: Nueva Visión.
Torrico Villanueva, E.
_(2006)
“Acercamiento a la comunicación como cultura académica y a sus posiciones
teóricas generales”. UNI revista, vol. 1, núm. 3. Extraída el
13/II/2012 desde http://www.unirevista.unisinos.br/_pdf/UNIrev_Torrico.PDF
_(2004). Abordajes y periodos de la teoría de la comunicación.
Buenos Aires: Norma.
Toussaint, F. (1975). Crítica de la información de masas. México
D. F.: Trillas.
Vassallo
de Lopes, M. I. (2009). “O estatuto disciplinar da comunicação e o pensamento
complexo”, pp. 25-37. En García Galindo, J.; Vassallo de Lopes, M. y Vera
Balanza, M. (coords.). Construir la sociedad de la comunicación. Madrid:
Tecnos.
Vassallo
de Lopes, M. y Fuentes Navarro, R. (2002). Comunicación, campo y objeto de
estudio. Guadalajara: ITESO.
West, R. y Turner, L. (2005). Teoría
de la comunicación. Análisis y aplicación. Madrid: McGraw-Hill.
Wolf, M. (1987). La
investigación de la comunicación de masas. Crítica y perspectivas.
Buenos Aires: Paidós.