Debates y controversias sobre las
imágenes de
la actualidad internacional.
Foto-impacto en
las portadas globales
Recibido:
03 de marzo de 2013
Aceptado:
05 de septiembre 2013
Publicado:
29 de noviembre de 2013
Estrella Israel Garzón
estrella.univ@gmail.com
María José Pou Amérigo
mpou@uch.ceu.es
Universidad CEU-Cardenal Herrera
(España)
Sylvie Thiéblemont-Dollet
mpou@uch.ceu.es
Université de Lorraine (Francia)
Resumen: Las imágenes periodísticas son objeto de debates y controversias. Desde
la niña de Trang Bang hasta las
imágenes de niñas y mujeres en el terremoto y la epidemia de cólera de Haití en
2010, los comentarios se suceden sobre el valor simbólico y comunicativo de lo
representado. Las imágenes de prensa reconocidas como “Foto del año” por la
World Press Photo en el periodo comprendido entre los años 2000 y 2011
representan conflictos y catástrofes internacionales en las que los
protagonistas son principalmente mujeres, niños y niñas; se trata de imágenes
cargadas de drama y pathos. Los ejes
de la discusión son la jerarquización en portada frente al derecho a la
intimidad, la visibilidad de las personas enfermas y víctimas de catástrofes y
la respuesta social ante las imágenes a través de la red.
Palabras
clave:
Fotoperiodismo, internacional, portada, mujeres, niños, información, víctimas,
representación.
Abstract: The journalistic images are subject to debate and controversy: from the
girl of Trang Bang to the most
recently images of women and female kids during the earthquake and the cholera
epidemic in Haiti in 2010, comments on the symbolic and communicative value of
the pictured subject keep occurring. The press images awarded as “photo of the
year” by World Press Photo in the period between 2000 and 2011 represent
international conflicts
and disasters where the main characters are mostly women and children, plenty
of drama and pathos. The axes of the discussion are the main
photography situation on the daily journal front page, against the right to
privacy, the iconic representation of the sick people and victims of disasters
and the social discussion through the network.
Sontag (2007: 136) se refería al principio de realidad y de conocimiento de la actualidad internacional a través
de la fotografía:
“En la manera de conocer moderna, debe haber
imágenes para que algo se convierta en ‘real’. Las fotografías identifican
acontecimientos. Las fotografías confieren importancia a los acontecimientos y
los vuelven memorables. Para que una guerra, una atrocidad, una epidemia o un
denominado desastre natural sean tema de interés más amplio, han de llegar a la
gente por medio de los diversos sistemas (de la televisión e Internet a los
periódicos y revistas) que difunden las imágenes fotográficas entre millones de
personas”.
Las imágenes periodísticas son apreciadas y cuestionadas: desde la foto-prueba (vinculada al periodismo de
investigación) o de denuncia, hasta la fotografía manipulada, presente en las
estrategias propagandísticas y desinformativas a lo largo de la historia; todas
ellas forman parte del imaginario colectivo y de las teorías de la
representación.
Alonso Erausquin (1995: 12)considera que “la fotografía informativa es una pieza del producto periodístico
como conjunto”. Por su parte, Abreu1
(1999) establece un paralelismo entre información y opinión fotográfica
de manera que la interpretación de la realidad que cubre
el fotoperiodista se inicia incluso antes del momento de la captación
de la
imagen. Abreu distingue los elementos “profotográficos” cuando la
realidad que
selecciona la cámara está cargada de significaciones, algunas de
carácter
simbólico. “Esto puede ocurrir con elementos de la comunicación no
verbal,
incluyendo la apariencia, así como elementos de la naturaleza,
culturales y
lingüísticos, entre otros” (ibídem)
de los elementos propiamente fotográficos (la angulación, el encuadre, la
composición, la iluminación y las sombras; el contraste, la lente utilizada, el
grano y el color) que también pueden conferir connotaciones a las imágenes.
1 Los recursos de connotación son
desarrollados en la serie de artículos publicados en la Revista Latina de Comunicación
Social. También Alonso Erausquin (1995) se refiere a los distintos tipos de
codificaciones (lumínica, gestual,
escenográfica), mientras que Vilches (1997) relaciona los cuatro recursos de
connotación más frecuentes en la imagen periodística: adjunción, supresión,
sustitución y conmutación
Efectivamente, durante mucho tiempo (al menos seis decenios) las fotografías han sentado las bases sobre las que se juzgan y
recuerdan los conflictos importantes. “El museo de la memoria occidental es ya
sobre todo visual” (Sontag, 2007: 139). En dicho museo encontramos las imágenes
de víctimas de guerras, de atentados terroristas, de catástrofes naturales, de
crisis medioambientales y humanitarias. Al mismo tiempo que se confiere un alto
valor al trabajo periodístico (a la dificultad, la oportunidad o la calidad de
la imagen) se abre paso un auténtico debate que incide en los valores de la
sociedad receptora y en las posiciones respecto al comportamiento del autor
ante la desgracia, la hipervisibilidad o la transgresión de normas sociales. En
cualquier caso “toda fotografía lleva implícita la intención del fotógrafo de
comunicar algo” (Armentia y Caminos, 2003: 34).
Como indican Girardin y Pirker (2008), coordinadores de Controverses. Une
Histoire juridique et éthique de la photographie2, que reúne 80 fotografías polémicas, incluso prohibidas, la fotografía ha sido siempre (desde su invención en
1839) objeto de controversias y debates apasionados. Ante estas imágenes se
plantean preguntas como: ¿Cuál es el límite entre el documento social y la obra
de arte? ¿Entre la reproducción y la construcción consciente? ¿Se puede
informar de un hecho y permanecer pasivo ante la tragedia? ¿La libertad del
emisor se confronta con los derechos de las víctimas?
“La crítica contemporánea de la imagen y el miedo a la manipulación que suscitan revelan una expectativa de
verdad continuamente defraudada […] la confusión entre el contenido de la
imagen y el de los discursos verbales que la acompañan” (Joly, 2003: 140-141).
De hecho, las fotografías, las imágenes que se debaten, más allá de los derechos de autor o de reproducción, son aquellas que
provocan un impacto en el público y ponen en cuestión determinados principios
como, por ejemplo, las niñas de Lewis Carroll (Taylor y Wakeling, 2002) o los
desnudos masculinos (en blanco y negro) de Robert Mapplethorpe que introdujo a
principios de los años 80 la estética vinculada a la homosexualidad.
También pueden considerarse polémicas aquellas imágenes que son el resultado de trucajes, más o menos evidentes o manipuladas
como la de los muertos de Timisoara o las primeras imágenes falsas de Bin Laden
acribillado, presentadas en las televisiones pakistaníes el mismo día del
anuncio de su muerte, que resultaron ser un burdo montaje de manera que las
autoridades norteamericanas anunciaron que ninguna imagen del cadáver sería
divulgada y que el cuerpo del jefe de Al Qaeda se había lanzado al mar. Lo que
no impidió que algunos medios publicaran las imágenes como reales3.
2 Controverses se presentó en la BNF Richelieu
(3 marzo-24 mayo de 2009). La primera exposición se realizó en el Museo del Elíseo en Lausana.
3 El diario
Le Monde (2011) hizo eco de las
imágenes falsas.
Incluso hay ocasiones en que imágenes reales no se publican en vista del horror que inspiran o para respetar
a las familias de las víctimas. El ámbito del terrorismo es un territorio
especialmente “sensible”, como en el debate generado a partir de la publicación
por el New York Daily News de una
mano amputada (“The Hand”) de Todd Maisel captada el 11 de septiembre de 20014 (a pesar de las restricciones en sentido contrario
del gobierno norteamericano) hasta la más reciente realizada por un fotógrafo freelance Bill Hoenk (figura 1) en la
línea de meta del maratón de Boston donde el protagonismo es para un niño
herido con la cabeza ensangrentada.
2. Foto-impacto de mujeres y niñas
En ese “Museo de la Memoria” permanecen imágenes que retratan a mujeres, niños y niñas en escena de hambre,
dolor e incluso agonía. Recordemos algunas de esas fotografías “históricas” que
se han convertido en referencias para analizar la representación periodística.
Hablamos de fotos símbolo de una situación histórica o de un instrumento de
denuncia política.
4 Los atentados terroristas generan
auténticos debates en torno a las imágenes de las víctimas. La imagen de Pablo
Torres Guerrero fue publicada por el diario El
País (12/III/2004) en portada, sin alteración (al igual que en el Daily News y en el The Washington Post). En cambio, los británicos The Times, The Sun y Daily Mail
optaron por hacer desaparecer el miembro amputado (Israel, 2005: 14).
Una galería que podemos situar, dentro de la caracterización de Barthes (2009: 29),
como fotos impacto o fotos traumáticas:
“Las fotografías, propiamente traumáticas son muy raras porque, en fotografía, el trauma es totalmente
tributario de la certeza de que la escena ha tenido lugar de forma efectiva: el
fotógrafo tuvo que estar allí (definición mítica de la denotación); pero una
vez establecido este punto (que, a decir verdad, constituye ya una connotación,
la fotografía traumática (incendios, naufragios, catástrofes, muertes
violentas, captadas ‘en vivo’) es algo sobre lo que no hay nada que comentar:
la foto-impacto es insignificante en su estructura... cuanto más directo es el
trauma, mas difícil resulta la connotación”.
El 8 de junio de 1972, un avión norteamericano bombardeó con napalm la
población de Trang Bang. Allí se encontraba Phan Thi Kim Phuc con su familia.
Con su ropa en llamas, la niña de nueve años corrió fuera de la población. En
ese momento, cuando sus ropas ya habían sido consumidas, el fotógrafo Nick Ut
registró la imagen (figura 2). En ella se puede ver la profundidad del
sufrimiento e incluso se considera que cambió el imaginario y la opinión
pública norteamericana en relación a la guerra del Vietnam (Fischer, 2011: 79).
Otra de las imágenes que siguen suscitando un debate de orden
ético-moral es la de Kevin Carter de febrero de 1993, en la aparece una
agonizante niña sudanesa (recientemente se ha desvelado que era un niño) cerca
de un buitre que espera su presa (figura 3), publicada inicialmente por el The New York Times y por el resto del
mundo desde 1994 (Fischer, 2011: 169).
Carter fue duramente criticado por no haber salvado a la niña5: se suicidó después de recibir
el Premio Pulitzer en abril del mismo año. Carter narraba la escena de esta
manera:
“A 300 metros del centro de Ayod, me crucé con una niña muy pequeña al borde de la inanición que intentaba llegar
al centro de alimentación. Estaba tan débil que no podía dar más de uno o dos
pasos seguidos, cayendo sistemáticamente de espaldas buscaba desesperadamente
protegerse del sol ardiente, cubriéndose la cabeza con sus manos esqueléticas.
Luego se volvía a levantar penosamente sobre sus pies para una nueva tentativa,
gimiendo suavemente con su pequeña voz aguda. Me quedé consternado, una vez más
detrás de la mecánica de mi trabajo, fotografiando sus dolorosos movimientos.
Repentinamente la pequeña cayó hacia adelante, su cara se hundió en el polvo.
Mi campo de visión se limitaba al de mi teleobjetivo, no observé inmediatamente
el vuelo de los buitres que se acercaban, hasta que uno ellos se posó,
apareciendo en mi visor. Reaccioné, luego expulsé al pájaro de una patada. Un
grito subía en mí. Tuve que recorrer 1 ó 2 kilómetros hasta el pueblo antes de
deshacerme en lágrimas” (ápud
JevoisRouge, 2011).
En la misma línea de la captación de la agonía (en este caso con imposibilidad de salvación) la imagen de la
pequeña de 13 años Omayra Sánchez (ahogada por el fango y los escombros tras la
erupción del volcán del Nevado del Ruiz, Colombia) fue retransmitida por
diversas televisiones del mundo en directo. Omaira tenía las piernas rotas bajo
los escombros, su rescate era imposible. El fotógrafo francés Frank Fournier
(que inmortalizó el rostro de esta niña, una de las más de 25.000 víctimas del
volcán)
5 El diario El
Mundo (ápud Rojas, 2011) buscó a
la niña fotografiada por Carter, quien resultó ser un niño llamado Kong Nyong.
Los padres comentaron que no cayó en las garras del buitre ni murió de hambre.
De hecho, en la foto se puede ver que aquel bebé tenía una pulsera de plástico
con la inscripción “T3”, que es la que usaba la ONU en los lugares donde
asistía y alimentaba a niños desnutridos.
también recibió numerosas críticas (figura 4) y suscitó en el ámbito profesional la cuestión de los límites: de lo que se puede
mostrar o no.
Una portada del diario The New York Times (2/VIII/2011) también generó polémica. Mientras
la mayoría de los medios se centraban en el acuerdo sobre la deuda en Estados
Unidos, este diario publicó la fotografía de un menor de Somalia desnudo y
desnutrido que estaba en un hospital local (figura 5). El pie de foto reza así:
“Un niño desnutrido en el Hospital Banadir de Mogadiscio, Somalia. Más de medio
millón de niños están al borde de la inanición”.
The Huffington Post recogió las declaraciones de Bill Keller, director del The New York Times, quien aseguró que la foto fue elegida “con más o menos consenso en la sala de editores”. Según explicó, se seleccionó esa imagen de decenas de fotos muy similares. La historia sobre la deuda tiene cuatro páginas. Sin embargo, aclaró, “no hay motivo para eclipsar una catástrofe humana en África. Nuestros lectores pueden seguir más de una historia importante” (ápud Calderone y Mirkinson, 2011). También contó que los periodistas llegaron muy lejos para conocer la calamidad que se vive en Somalia. “Nos enviaron una desgarradora historia y las fotos... Pusimos esa historia sobre la atención de nuestros lectores. Ese es nuestro trabajo”, concluyó.
También el momento de la captación de la imagen es relevante. En el rescate de los heridos del trágico
accidente de un tren Alvia a pocos kilómetros de Santiago de Compostela
(España), ocurrido el 24 de julio de 2013, un bombero (José Ramón Baliñas)
recibe de un vecino (llamado Abel Rivas) a una niña a la que rescató del tren
descarrilado (figura 6).
La segunda imagen, distribuida por Reuters (figura 7) se transformó
en portada en varios diarios británicos (figura 8) y capta sólo al bombero,
probablemente porque en el encuadre se aprecian también los vagones al fondo.
Una revisión de las fotografías reconocidas como “Foto del Año” por la World Press Photo en los últimos diez años (2000-2011)
evidencia que las mujeres y los niños son las grandes víctimas retratadas en
conflictos y catástrofes internacionales (figura 9).
Son doce imágenes estudiadas: en 2000, una madre de familia de
inmigrantes mexicanos en Las Colonias (Texas); en 2001, el cuerpo de un niño
muerto por deshidratación en el campo de refugiados de Jalozai, Pakistán; en
2002, el niño junto al cadáver de su padre, víctima del terremoto, en Qazvin,
Irán; en 2003, un prisionero de guerra encapuchado con su hijo en la base
norteamericana, cerca de An Najaf, Irak; en 2004, una mujer llora la muerte de
un familiar, víctima del tsunami en Tamil Nadu, India; en 2005, la mano de un
niño famélico sobre los labios de su madre, en el centro de emergencias de Tahoua,
Níger; en 2006, unas jóvenes libanesas en un coche deportivo celebran el alto
el fuego en Beirut, Líbano.
En la foto del 2007 se presenta a un soldado norteamericano en un búnker en el Valle de Korengal, Afganistán; en la del 2008
se trata de un investigador de la oficina del sheriff que entra a punta de
pistola en una vivienda destrozada en Ohio (Cleveland, EE. UU.); en 2009, las
mujeres protestan desde el tejado de una casa en Teherán en el contexto de las
elecciones presidenciales en Irán. La foto del 2010 retrata a Bibi Aisha
desfigurada por intentar huir de su marido en Afganistán; y la del 2011 a una
mujer con velo junto a su hijo herido en una mezquita de Yemen.
De esta revisión se desprende que un 58,3% de las
imágenes corresponde a la representación principal de mujeres (2000, 2004-2006,
2009-2011); el porcentaje de protagonismo de niños es de un 25% (2001-2003),
mientras que el de hombres es del 16,7% (2007 y 2008).
De manera general, las imágenes se plantean como un cruce de miradas entre las víctimas de los conflictos, el
fotógrafo que capta la instantánea y el receptor que la interpreta. En este
contexto, el uso del pathos parece
evidente: etiqueta y condiciona el acontecimiento. En efecto, cuando “los
argumentos lógicos que actúan sobre la representación pueden condicionar la
persuasión o la convicción. El pathos
afecta a la voluntad (incluso contra las representaciones) y es esencial en
ello” (Charaudeau y Maingueneau, 2002: 423).
Las tres reglas de construcción del pathos destacadas por Charaudeau
(ibídem: 424) se encuentran en
procesos comunicativos que algunos periodistas y reporteros utilizan en función
de las circunstancias:
•
Cuando el periodista o el reportero pone en escena determinado estado emocional que
quiere transmitir a su público, a través de diferentes técnicas retóricas (como
las exclamaciones, interrogaciones) que hacen que su emoción sea interpretada
como auténtica. Así funciona el ethos
que Bonnafous (2003: 124) y Doury y Lefébure (2006) denominan una cuestión de
mostración, que incluye “el tono, la elección de las palabras y las figuras, el
ritmo, los argumentos utilizados” y a “la eficacia que produce en una cultura
concreta” (Charaudeau y Maingueneau, 2002: 239).
•
Cuando usa también la presentación o representación de estímulos por el empleo de imágenes (por ejemplo una victima agonizante o
una persona con los estigmas de la enfermedad) y de escenas dramáticas
(lágrimas, gritos, víctimas hospitalizadas, familiares destrozados o que miran
a la cámara con gesto de desagrado). Estos estímulos sirven para suscitar una
emoción fuerte e inmediata.
•
Cuando amplifica lo que no puede representar y se apoya en descripciones vinculadas al miedo, al horror, la crueldad o la falta
de respeto.
En ocasiones, esta construcción (la representación del dolor, del
hambre, de las consecuencias de una tragedia o un atentado) puede traspasar los
límites de lo aceptable socialmente hablando y como apunta Casasús (2003: 12)
la decisión de fotografiar y de publicar se puede interpretar desde dos
perspectivas distintas: la de la contención frente a la de la concienciación.
Algunos medios optan por la contención de manera
que renuncian a la difusión cuando las imágenes faltan al respeto que merecen
la intimidad o el honor de las víctimas; acentúan la aflicción de las personas
que les son más allegadas; o provocan repulsión en cualquier persona aunque no
sea allegada a la víctima o a su familia.
Cuando la concienciación se impone, entonces se opta por que las imágenes funcionen como revulsivo sobre algunas conciencias,
generan movimientos de solidaridad o desencadenan iniciativas humanitarias. A
este segundo tipo corresponde la fotografía de Javier Bauluz publicada por el
diario La Vanguardia (1/X/2000) en la
playa de Zahara de los Atunes, con un encuadre del cuerpo tendido de un
inmigrante fallecido sobre la arena y una pareja de bañistas “indiferentes”6.
4. Haití en primera plana
Las catástrofes humanitarias como el terremoto de Haití del año 2010 nos enfrentan con realidades que se patentizan sobre una
multiplicidad de miradas: las personas fotografiadas, la del fotógrafo, la de
la agencia que la distribuye, la del medio que la publica y la de los lectores
que la interpretan.
4.1. La víctima anónima
La imagen icono de la devastación con una mujer
atrapada entre los escombros tras el seísmo, captada en Puerto Príncipe por el
fotógrafo haitiano Daniel Morel (World Press Photo, 2011) es ejemplo de lo que
denominamos “portada global”, cuando una imagen internacional (generalmente
distribuida por una agencia de prensa) alcanza de un modo significativo a
diarios o medios situados en distintas áreas geográficas.
La imagen de la mujer sirvió para dar la noticia a
cabeceras de la prensa internacional, en sus titulares desde el 14 de enero de
2010: Libération (“Terre Maudite”); The Guardian (“Earthquake death toll
rising after Haiti’s day of devastation”); Corriere
della sera (“Sisma ad Haiti: si scava senza sosta Arrivano i soccorsi, il
mondo mobilitato”); The Daily Telegraph (“Haiti earthquake: race to
provide aid as 100,000 feared dead”); El
País (“Un seísmo arrasa Puerto
Príncipe”).
6 Fontcuberta (2011: 17) explica la
polémica generada por los Diarios
(2002), de Arcadi Espada, en los que atribuye a Bauluz y a los editores una
tergiversación de los hechos para convertir esa imagen en el símbolo de la
indiferencia de Occidente hacia la imparable avalancha migratoria ilegal.
Posteriormente, la Agence France Press se vio envuelta en
una agria polémica en enero de 2011 cuando el fotógrafo Daniel Morel le acusó
de que desde abril de 2010 la mencionada agencia había distribuido las imágenes
sin su autorización, a través de las redes sociales (concretamente a través de
Twitter) e inició un proceso, de manera que “un tribunal americano estimó que
la agencia AFP había vulnerado sus
derechos utilizando sin su autorización las fotos de Daniel Morel del terremoto
de Haití” (Haski, 2010 y Klein, 2011).
En el debate, Marielle Eudes, jefa del servicio de Fotografía de la AFP explica: “No somos ladrones de
imágenes. Nuestro deber es informar rápidamente”, y considera que la
reglamentación sobre las fotografías de las redes sociales no está demasiado
clara: “Quedan zonas de sombra, las condiciones del site no son claras y las
autorizaciones pueden interpretarse de manera diferente” (ápud Dussueil, 2011a y 2011b). Lo que sitúa bajo sospecha la
veracidad de las fuentes iconográficas utilizadas sin verificación.
4.2. Una
mujer en la epidemia de cólera
La imagen de una mujer desnuda tendida en una calle de Puerto Príncipe en Haití reúne unas características de
partida: se trata de una fotografía distribuida por la Agence France Press dentro
de una serie realizada por el fotoperiodista Héctor Retamal. Su publicación coincide con la epidemia de cólera
declarada en Haití en noviembre de 2010.
No es indiferente el hecho de que la protagonista sea una mujer. La fotografía publicada implica una elección,
pero también participa de factores como el compromiso social, la línea
editorial del medio, el contexto de la publicación y los criterios
profesionales.
El 18 de noviembre de 2010, los diarios españoles El País, El Mundo y El Correo insertan en sus portadas una de las imágenes realizadas por Retamal y distribuidas por AFP (publicada en el contexto informativo de la epidemia de cólera que castigaba la zona) si bien Haití, desde el terremoto, ya se había convertido en foco de interés informativo internacional y había movilizado a la opinión pública.
Las imágenes de Héctor Retamal en la prensa
española vienen acompañadas de textos elocuentes que asocian la imagen con la
enfermedad. Así en El Correo, en la
modalidad de fotonoticia se presenta un cintillo dentro de la propia imagen
sobre la mujer tendida, con la adjunción del texto: “Haití se muere en la calle”;
del mismo modo, el diario El Mundo,
en titular de portada, señala: “Haití: cuando la calle es una mortaja”. Por su
parte, El País destaca: “El cólera no
da tregua en Haití”.
La imagen comporta un valor representativo en cuanto a las personas-personajes que aparecen en ella. Al mismo tiempo, tiene
un valor de signo respecto a la pobreza y la enfermedad e incluso un valor
simbólico respecto a la indiferencia, o desde el punto de vista de la economía
de señales, enunciada por Pross (1989: 112), la imagen se podría estudiar desde
la óptica del arriba-abajo, la relación de poder de la sociedad con respecto a
la mujer tendida. Representa la horizontalidad de una mujer desnuda tumbada en
plena calle, en un primer plano, con el rostro visible, que contrasta con la
verticalidad de unos transeúntes de espaldas al fondo de la escena. Otro
elemento que condiciona la lectura de la imagen es el cuerpo desnudo y el
rostro visible.
Además, otros diarios eligieron otra de las imágenes distribuidas por AFP: la de
la mujer tendida pero con una mujer que camina a su lado hablando o consultando
su móvil, como sucede en la portada de El
Periódico de Catalunya, con el titular “El azote del cólera”; o La Vanguardia
en páginas interiores, con el titular “La República Dominicana se blinda
ante el avance del cólera hasta su
zona turística”.
4.2.1. La
fotografía en la prensa digital francesa7
A diferencia del caso español, la fotografía de Retamal no aparece en portada ni en las páginas de Internacional
de la mayoría de los diarios franceses como La
Croix, Le Figaro, L’Humanité, Libération o Le Monde,
ni en las revistas como L’Express, Marianne, Le Nouvel Observateur, Le
Point o Paris-Match. Si lo hace,
en cambio, en tres diarios digitales
de información general y un diario digital de prensa especializada, Ma Santé Facile
(masantefacile.com).
La versión electrónica de L’Express (l’express.fr), del 17 de
noviembre de 2010, publica la imagen de la mujer tendida en portada con el
texto siguiente: “Centenares de personas se manifestaron este martes ante las
oficinas de la ONU en Hinche, en el centro de Haití. Los manifestantes
arrojaron piedras contra los soldados nepalíes acusados por la multitud de
haber propagado la epidemia de cólera en el país que desde mediados de octubre
ha provocado cerca de un millar de muertos”.
En la misma fecha, Ma Santé Facile titula: “El cólera se propaga fuera de Haití,
llamamiento a la calma, después de las protestas” y publica dos veces esta
fotografía en la misma página para ilustrar el texto firmado por la AFP, informando de la propagación de la
enfermedad y el llamamiento a la calma del presidente René Préval después de
los enfrentamientos entre la población y los cascos azules acusados de haber
provocado la epidemia.
7 La mayoría de los medios franceses
(prensa diaria regional, televisiones), desde mediados de noviembre de 2010,
trataron el tema con fotografías frecuentemente de Héctor Retamal, impregnadas
con los rostros de mujeres en la miseria y hombres tumbados y atendidos, o bien
personas muy enfermas, casi agonizantes.
El 27 de noviembre 2010, Le Courrier de l’Ouest (courrierdelouest.fr) y Le Maine libre (lemainelibre.fr) retoman la fotografía con el mismo
comentario: “Una mujer tirada en el suelo donde son atendidos los enfermos de
cólera, el 16/11/2010, en Puerto Príncipe” y la publicación del mismo texto AFP, titulado “En Haití, el país de
rodillas elige a sus dirigentes”8, informando de las elecciones presidenciales y no del cólera como la
propia imagen pareciera indicar.
4.3. Lectores y blogs: Comentarios y reacciones
“El carácter polisémico de la imagen se manifiesta en el proceso de interpretación” (Aparici y García Matilla, 1987: 69). Los
lectores críticos reaccionan tanto con respecto al medio que publica como en
las redes sociales y en distintos blogs.
Los lectores del diario El País
insisten en la paradoja del periodismo de denuncia “cuando se ve
abocado a atentar contra el derecho a la intimidad de un ser indefenso
para poder sensibilizar al mundo sobre su desgracia”. Elena Moltó
resume así la
cuestión: “Yo entiendo que debamos estar informados, pero ¿es preciso
que las
fotos de las portadas sean tan fuertes e impactantes?”.
En la versión digital de L’Express también manifiestan sus
comentarios: un lector la califica
Comentarios, reacciones y respuestas que plantean tres asuntos de
fondo: el primero sobre la elección de las portadas en relación
al derecho la intimidad de la víctima; el segundo sobre la atribución
del
cólera a la mujer fotografiada (a través de la leyenda o pie de foto),
y el
tercero sobre la indiferencia tanto del autor (fotoperiodista) como de
los
transeúntes que aparecen junto a la mujer tendida.
4.3.1. Visibilidad/invisibilidad
de las víctimas. El derecho a la intimidad
Milagros Pérez Oliva, defensora del lector del diario El País, en su columna dominical “Lo que
va de Haití a la novia de Ronaldo” (28/XI/2010) refiere numerosas quejas de los
lectores, tanto por la fotografía de una avalancha humana en Camboya como por
la fotografía de una mujer desnuda tendida en el suelo, que agoniza en una
calle de Puerto Príncipe:
8 Le Maine libre fue recomprado en 2005 por el Ouest France, lo que explica los
contenidos y fotografías idénticos en
los dos diarios.
“No cabe duda de que la imagen de aquella mujer escuálida, que yacía desnuda en el suelo, abandonada por todos y
que supuestamente agonizaba entre la indiferencia general, tiene un poder de
interpelación que ningún texto con la descripción que les acabo de hacer podría
conseguir. Pero aun aceptando la capacidad de denuncia que tiene, algunos
lectores consideran que no debió publicarse. Y menos en portada. Por la
desnudez y por la indignidad que representa para esa persona el hecho de ser
mostrada en esas condiciones”.
Ambas fotografías plantean el límite entre información y sensacionalismo. Las fotos sobre Haití y Camboya
plantean un problema recurrente: ¿Qué es lícito mostrar y qué no en una
tragedia humana? ¿Dónde termina la información y dónde comienza el morbo?
Pérez Oliva (2010) considera que entre los lectores que cuestionan la imagen: “Nadie pone en duda la fuerza con
que la imagen de esa mujer abandonada interpela a las adormecidas conciencias
del mundo acomodado” e incluso advierte que aunque no sea una persona enferma
es una imagen que nos interpela: “Incluso si no estuviera agonizando por el
cólera, si fuera una enferma mental presa de su delirio, nos seguiría
interpelando sobre la miseria que habita a nuestro lado”.
En el mismo sentido, incide el redactor jefe de
fotografía del diario (Ricardo Gutiérrez) que justifica la elección: “Los
lectores han de saber que solo publicamos aquellas imágenes en que las víctimas
aparecen de forma digna, y ocultamos las más desagradables, porque somos
conscientes de que provocan rechazo. Tratamos de encontrar un equilibrio entre
lo que es informativo y lo que es soportable para el lector, pero comprendo que
el límite es difuso y algunos lectores puedan tener otro criterio. En este
caso, no tuvimos dudas y quiero subrayar que la foto de Haití se publicó en
portada en muchos otros diarios” (ibídem).
4.3.2.
Texto e imagen. La atribución de la enfermedad
La leyenda o pie transforma el sentido de la imagen. González (2006: 46-47) aporta dos ejemplos de cómo el
texto transforma el sentido de la imagen. En uno de los reportajes que, durante
las navidades de 2004-2005, publicó El
Mundo sobre el tsunami que asoló Asia incluía en portada una foto de varios
cadáveres que, arrastrados por la marea, se amontonaban boca arriba sobre la
playa. El pie de foto rezaba: “Si no estuvieran tan deformes, parecería que
toman el sol”.
Otro analizado por Harrison (2004), con el
elocuente título: “From the image to the icon?” (con motivo del asesinato del
político holandés Pym Fortuyn en 2002), The
Australian publicó la fotografía de su cadáver con el siguiente titular: “Muerte
de un independiente gay y antimusulmán”9. El titular fue sustituido en una segunda edición del periódico por
9 Texto original en inglés: “Death
of a gay, anti-Muslim maverick”.
“Muerte de héroe de extrema derecha sacude Europa”10
. El papel decisivo del pie de foto para anclar el significado de la imagen y el titular que acompañan estos
dos casos muestran la relevancia del contexto en el proceso de
espectacularización de las imágenes.
David Airob reproduce un comentario del fotógrafo mexicano Carlos Cazalis, que llevaba dos semanas cubriendo informativamente el
cólera en Haití, que da lugar a un segundo post: “Esta foto que aparece ¡es una
mentira! Empezamos por aclarar que esta imagen es muy común en el centro de
Puerto Príncipe donde fue tomada. Ahí hay mucha gente indigente y es muy común
verla sin ropa. Esta mujer yo personalmente la he visto en algunas ocasiones
deambulando o tirada en el piso” (Airob, 2010b). Cazalis envía el texto que
acompaña a la foto en cuestión.
Como advierte Walter Astrada en su comentario en el blog Interdiversity (http:// interdiversity.blogspot.com.es/),
el texto que acompañaba originalmente a la fotografía enviada por la AFP no atribuye la enfermedad
explícitamente:
“Una mujer tendida en el suelo cerca del Hospital General, donde las personas infectadas por el cólera están
siendo tratadas, 16 de noviembre de 2010 en Puerto Príncipe. El número de
personas muertas en Haití por el cólera hasta el 16 de noviembre es de 1000.
Las protestas registraron su momento culminante con los enfrentamientos con las
fuerzas de paz de la ONU acusados por algunos de ser la causa del brote. Un
contingente de soldados nepalíes de la ONU, acusado de ser la fuente del brote
de cólera, ha tomado medidas para reforzar su protección, según fuentes
militares de Katmandú. Nepal cuenta con unos 1.000 soldados que sirven en la
misión de la ONU en Haití”.
Astrada prosigue comentando que la protagonista de la foto “es una mujer que tiene problemas mentales, es la razón por la que
estaba desnuda, la gente en Haití es muy pudorosa, no andan desnudos por la calle
si no es por problemas mentales. Como ves, la foto no tenia ninguna asociación
con el cólera, salvo que por desgracia ella tiene que vivir en la calle y justo
estaba acostada enfrente al hospital. Solo quería compartir contigo cómo una
foto puede ser fácilmente sacada de contexto”.
Tanto Benoît Hervieu, periodista encargado de América (y en particular de Haití) en Reporters
sans frontières, como otros fotoperiodistas consultados en septiembre de
2011, coinciden en el comentario de
que es frecuente ver personas con enfermedad mental desnudas en las calles de
Haití por lo que la atribución y transformación del sentido de una imagen es
bastante fácil.
10 Texto
original en inglés: “Killing of far-Right Hero Rocks Europe”.
4.3.3. La
indiferencia
Un tercer aspecto que genera comentarios es el de la indiferencia del fotógrafo y de los transeúntes. En la
denominada “fotografía solidaria”, López García (2005: 91) considera que, en
ocasiones “hay una apropiación de la imagen del otro, que no da su
consentimiento para salir retratado (generalmente en situaciones y posturas
indignas e indeseables para él)”. Tampoco acepta las excusas de los fotógrafos
sobre el pequeño peaje que hay que pagar para obtener un gran fin humanitario.
Pedro Cuartango (El Mundo, 20/XI/2010) establece el paralelismo entre Héctor Retamal y Kevin Carter:
“Pero lo más terrible de esta fotografía no reside en la angustiosa agonía de esa mujer contagiada por el
cólera sino en la indiferencia que suscita su destino: la gente pasa junto a
ella y prosigue su camino sin detenerse. Fue la misma actitud adoptada por
Kevin Carter cuando fotografió a una niña junto a un buitre durante la guerra
de Sudán de 1993, en la que murió mucha más gente de hambre que por los
estragos del conflicto. Carter sólo tenía un cuarto de hora porque tenía que
coger un avión que le esperaba. Dejo allí a la niña, subió al aparato y un año
después se suicidó [...] Las dos fotografías, la obtenida por Héctor Retamal
hace unos días en Puerto Príncipe y la de Kevin Carter en Sudán hace 17 años,
desprenden un horror tan intenso que nos obliga a apartar la vista. Es algo que
no queremos ver pero que tampoco podemos eludir”.
Por su parte, David Airob (2010a) considera que “la primera imagen, la profundidad que da el hecho de ver la
calle y los transeúntes ayuda a comprender mucho mejor la situación. En la
segunda, esa mujer caminando usando su móvil, aporta la cotidianidad del cólera
que están sufriendo en Haití. Una imagen, a mi entender, que aporta mayor
información que sólo el cuerpo desnudo”.
5. Reflexiones finales
Las catástrofes humanitarias nos enfrentan con realidades que se patentizan sobre una multiplicidad de miradas:
las personas fotografiadas, la del fotógrafo, la de la agencia que la
distribuye, la del medio que la publica y la de los lectores que la
interpretan.
Hay un tipo de fotografía que por la naturaleza y gravedad del hecho informativo así como por su distribución a
través de agencias alcanza la categoría de “portada global”. Las imágenes que
se debaten, más allá de los derechos de autor o de reproducción, son aquellas
que provocan un impacto en el público. Algunas de ellas han pasado a la
historia y la memoria colectiva como “La niña de Trang Bang”, de Nick Ut
(1972); “El niño y el buitre en Ayod”, de Kevin Carter (1993); “La pequeña
Omayra”, de Frank Fournier (1985); o el niño famélico de Mogadiscio, de Tyler
Hicks (2011).
Sus
protagonistas son, sobre todo, mujeres o niños, como muestra el
análisis de las imágenes de prensa reconocidas como “Foto del año”
por World Press Photo en el periodo comprendido entre los años 2000 y
2011:
mujeres (58,3%) y niños (25%) frente a una menor presencia de hombres
(16,7%).
En el caso de las fotografías de Daniel Morel y Héctor Retamal,
localizadas en Haití, retratan a víctimas del terremoto o a una mujer tendida
en una calle de Puerto Príncipe convertida en primera plana de diarios
españoles y de medios digitales franceses. Esta provocó una triple
controversia: el derecho a la intimidad de la mujer cuyo rostro es visible para
el receptor; la segunda, respecto a la información y atribución del cólera que
no corresponde a la mujer fotografiada, y aunque el pie de foto de la agencia
llega a indicar que se desconoce su situación sanitaria, se asocia en la
mayoría de los medios con la enfermedad, en los textos y titulares.
La imagen se transforma en una metáfora de la desnudez y de la
indiferencia ante la enfermedad, simultáneamente abre un debate tanto en las
redes sociales como en blogs y en los
medios que la han publicado, poniendo de manifiesto que en las decisiones
editoriales funcionan criterios para establecer una empatía a través de la
denuncia y, al mismo tiempo, múltiples reacciones respecto a la condición de
enfermos mentales, personas que deambulan por las calles de Haití. También
hemos podido apreciar las adaptaciones locales y los límites en las fotografías
periodísticas que buscan sensibilizar sobre la tragedia, vulnerando, en
ocasiones, los principios de veracidad y de respeto al otro.
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