Experiencias y sentidos sobre inseguridad en Córdoba,
Argentina: abordaje multisituado
de la relación entre medios masivos y sus audiencias
Experiences and meanings on insecurity in Córdoba, Argentina:multi-sited
approach to the relationship
between mass media and their audiences
Recibido: 09/08/2022
Aceptado: 28/11/2022
Publicado: 28/12/2022
Susana
María Morales
susanamoralesar@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-0491-1920
Universidad
Nacional de Córdoba, Argentina
María
Magdalena Doyle
magdalenadoyle@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-1847-3514
Universidad
Nacional de Córdoba, Argentina
Valeria
Meirovich
valemeirovich@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-6947-0030
Universidad
Nacional de Córdoba, Argentina
Doi: https://doi.org/10.24265/cian.2022.n16.02
Cómo
citar
Morales,
S., Doyle, M. M., & Meirovich, V. (2022). Experiencias y sentidos sobre inseguridad
en Córdoba, Argentina: abordaje multisituado de la relación entre medios
masivos y sus audiencias. Correspondencias & Análisis, (16), 31-56.
Recuperado a partir de http://ojs.correspondenciasyanalisis.com/index.php/Journalcya/article/view/422
Resumen
Se analiza el lugar de
los medios en la construcción
de experiencias
y sentidos sobre inseguridad, dando
cuenta de hallazgos y claves teórico-metodológicas que aportan al abordaje
del difuso poder de los medios en este fenómeno. Es parte de una
investigación realizada en la ciudad de
Córdoba, entre los años 2016
y 2018, en la que se indaga sobre las relaciones entre el sistema mediático, las transformaciones
del espacio público y el vínculo del género periodístico policial con los modos en que los sujetos
experimentan la inseguridad. En términos
metodológicos, implica la realización de un estudio multisituado que, desde una perspectiva socioantropológica,
indaga sobre la
producción, los textos y la recepción
de noticias
televisivas sobre inseguridad emitidas
por tres canales de televisión
de aire
de esta
ciudad. De este modo, se recorren las distintas instancias de articulación en las lógicas de producción
de sentido en torno
a la inseguridad en sociedades mediatizadas.
Palabras clave: seguridad
pública, mediatización, audiencias, género policial, noticias.
Abstract
The article analyzes
the place of the media
in the construction of experiences and meanings about insecurity, giving
an account
of findings
and theoretical-
methodological keys that contribute to the approach of the diffuse power of the media in this
phenomenon. It is part of
an investigation
carried out in the city
of Córdoba
between 2016 and 2018,
in which
we inquire
about the relationships between the
media system, the transformations of the public space and the link between the police journalistic genre and the ways
in which
subjects experience insecurity. In methodological terms, it involved carrying out a multi-sited study that, from a socio- anthropological
perspective, investigated the production, texts and reception of
television news on insecurity broadcast by three air television channels in this city. In
this way, we went
through the different
instances of articulation in the
logic of production of meaning around insecurity in mediated societies.
Keywords: public security, mediatization, audiences, police genre, news.
Introducción
En esta investigación1 se abordan las experiencias cotidianas y sentidos
en torno a la inseguridad
en Córdoba,
ciudad capital de la provincia
del mismo nombre, en Argentina. Cabe señalar que Córdoba es el segundo conglomerado urbano con mayor población
del país.
El objetivo, en este estudio, es analizar el lugar de los medios en la configuración
de estas experiencias cotidianas y sentidos
en torno al tema de inseguridad, buscando
localizar el poder y el
valor de esos medios de
una manera más difusa que
directa y causal (Abu-Lughod, 2006). El
desarrollo se efectúa desde un
enfoque socioantropológico, poniendo
énfasis en la desnaturalización de significados y prácticas cotidianas
de producción
y consumo de contenidos mediáticos sobre
seguridad, prestando atención a los contextos
en que
se generan
y reciben los textos mediáticos y al reconocimiento de «las
formas complejas en las que se ve envuelta la gente durante procesos de hacer
e interpretar trabajos mediáticos en relación
a sus circunstancias culturales, sociales e históricas» (Ginsburg, 1997, p. 13).
En la
indagación que se realiza en la ciudad de Córdoba, de 2016 a 2018, se analizan
las relaciones entre
el sistema mediático de Argentina,
las transformaciones del espacio público y el vínculo del género periodístico policial con los modos en que los
sujetos experimentan la inseguridad. En términos de estrategia metodológica, implica la
realización de un estudio multisituado
de la
producción, los textos y la recepción de noticias televisivas sobre inseguridad en
Córdoba, emitidas por
los tres canales de televisión
de aire
de esta
ciudad: Canal 10, perteneciente
a los Servicios de Radio y Televisión
de la UNC; Canal 12,
propiedad de ARTEAR S. A.; Teleocho,
perteneciente, en ese momento, al grupo
Telefónica.
Por tanto, se parte de este supuesto: el tópico de la inseguridad se enmarca en un proceso
sociocultural por el cual se nombran y experimentan transformaciones sociales,
culturales y políticas vinculadas al crecimiento
de la
violencia y el delito, así como a su visibilidad en las sociedades contemporáneas. Si la definición de aquello
que se considera inseguridad es un campo de
disputas en términos teóricos y en el debate político,
también lo es la definición del papel de los medios en la construcción
de estados de inseguridad.
Como indica Barbero
(2006), la tendencia a reducir los
procesos subjetivos vinculados
a la inseguridad, a un efecto de
la acción
de los
medios, como a limitar las transformaciones de un proceso sociocultural
complejo a solamente, el miedo al
delito obtura la comprensión de las relaciones entre las lógicas
hegemónicas del sistema mediático, la constitución del
espacio público y las articulaciones políticas e identitarias que se desarrollan alrededor de la inseguridad. La cuestión de los medios
y la inseguridad ha sido ampliamente tematizada desde las ciencias
sociales para analizar y comprender las relaciones entre los
índices de delito y la preocupación
social en torno a la seguridad
(Focás, 2013; Romero, 2020). Las explicaciones, según Calzado (2012), en algunos
casos han generado un mediacentrismo de la cuestión
de la inseguridad, reduciendo
la problemática
de su
representación mediática a la dinámica económica de los medios de comunicación, como así, también, la atribución
directa de la producción de sentido en la
recepción al discurso
de esos medios.
Frente a ello, es
relevante recuperar debates del campo
de estudios
sobre la seguridad pública que
habilitan a complejizar la mirada sobre
los medios; así como abordajes comunicacionales que, desde un enfoque metodológico socioantropológico,
contribuyen a comprender las construcciones de sentido sobre inseguridad articulando
los procesos vinculados a
la vida
cotidiana en la ciudad y la
experiencia pública que supone la interpelación
mediática sobre esta cuestión.
Comprender
las experiencias en torno a la
centralidad que cobran ciertos delitos
en nuestras sociedades y el papel
de los
medios en la configuración de esas experiencias, implica dar cuenta de procesos más amplios con los que se articulan
los discursos mediáticos.
Si bien la
referencia a los medios cuenta con larga trayectoria en las distintas vertientes que analizan la cuestión criminal, en
Argentina
durante la década de los
noventa se produjeron transformaciones que repusieron y actualizaron interrogantes
sobre la relación entre
medios e inseguridad (Fernández,
2001; Martini, 1999). El incremento del delito junto con
la profundización
de la
cobertura mediática de los temas vinculados está atravesado por distintos procesos (Kessler, 2009; Vilker, 2011). Por
un lado, la exacerbación de algunas características del género policial de la mano con las
transformaciones que las
nuevas tecnologías imprimen a los recursos
audiovisuales (cámaras en vivo, actualización por redes sociales, rating
minuto a minuto, presencia de cámaras de seguridad,
etc.), que profundizan la dramaticidad
característica del género. Por
otro lado, una estructura de propiedad del sistema
de medios y de la
producción de información fuertemente concentrada y
privatizada.
Se parte de
considerar que el elemento subjetivo
de la
inseguridad no puede plantearse de manera homogénea, como puro temor al
delito (Sozzo, 2004) y base
de un reclamo punitivo, sino que
expresa una diversidad de experiencias
que lo exceden. El campo
argentino de debates sobre el
sentimiento de inseguridad discute con
la definición hegemónica del tema, que reduce el sentimiento nodal del crimen al miedo,
diluyendo otras emociones como la indignación o la angustia. De este modo,
se puede analizar como un proceso sociocultural que permite dar cuenta de formas de nombrar, experimentar, vivir las transformaciones vinculadas al crecimiento de la violencia y el delito (Isla y Míguez,
2010; Kessler, 2009); junto con la profundización de la cobertura
mediática de los temas relacionados (Calzado, 2005;
Vilker, 2011); de la mano de lo que la criminología ha denominado como paradigma victimizante. Esto es un modo de articulación
política e identitaria por el cual
se configura
una lógica de irrupción en el espacio público en clave personal
y privada. En esta lógica, el posicionamiento en tanto víctima comporta
ventajas, pues tiene la capacidad
de transformar
miedos difusos en actitudes focalizadas
al identificar
culpables, definir problemas y establecer chivos expiatorios (Calzado, 2009; Vilker, 2011).
Por consiguiente, en este trabajo de investigación, se analizan las transformaciones
sociales y culturales por las cuales la cuestión securitaria se convierte en tema central
para la vida en común
en la
modernidad tardía, como el modo
en que
los medios se convierten en una
matriz que articula procesos de
producción cultural. El desafío es
articular un conjunto
de dimensiones nodales
en la construcción del objeto:
primero, la centralidad de los medios en
las lógicas
de producción
cultural vinculadas al capitalismo tardío; segundo, los procesos por los cuales se modifican los umbrales
de tolerancia frente a determinadas
prácticas y el modo en que
la victimización
se constituye en experiencia pública (Calzado, 2012; Garland, 2007; Pitch, 2009).
Y, a su vez, en la mediación entre
esas dimensiones, reconocer factores como las transformaciones
en la
vida urbana; o las transformaciones de la cuestión penal,
principalmente las reformas
legales que, frente al aumento
de índices
delictivos, restringieron el alcance de lo que se definía como desviación y elevaron
el umbral de intervención de las fuerzas de
seguridad en contravenciones y delitos menores,
dando lugar a un aumento de la ansiedad
pública por los cambios en el paisaje urbano a los que daban lugar. Pero, también,
reconocer la mediación de factores vinculados
a las lógicas de producción de contenidos noticiosos sobre la cuestión
securitaria (Focás y Galar, 2016; Galar, 2017; Lorenc,
2005); principalmente las transformaciones
tecnológicas que habilitaron nuevos recursos audiovisuales para la narrativización de
noticias sobre este tema
(Ford, 1994); pero que, también,
modificaron condiciones laborales y prácticas
cotidianas de los periodistas (hombres y mujeres) que trabajan
este tópico.
Además de lo
señalado, según Garland (2007), una
cuestión que desde la sociología del castigo es convergente con señalamientos realizados desde los estudios
de comunicación: la dramaticidad que atraviesa la representación
mediática del crimen, conformando el tono emocional de
esa experiencia
por su
estructura y valores, más que por
los fenómenos
a los que esta se refiere,
a partir de una experiencia asentada, rutinaria y
colectiva (Sunkel, 1986). En este
sentido, Garland expresa: «Mi punto es que los medios de comunicación se han aprovechado
de una nueva experiencia pública –una experiencia con profundas repercusiones psicológicas–
dramatizándola y acentuándose y, al hacer esto, la han institucionalizado»
(2007, p. 248). Todo ello implica reconocer cómo la presencia de los medios redefine
la experiencia del crimen en la modernidad tardía, asumiendo que esa presencia
está atravesada por una suerte de educación de las emociones mediante la cual
percibimos la inseguridad en el universo de las sensibilidades, lo que permite
discutir con la idea de manipulación y distorsión y, sobre todo, reconocer una
mediación específica vinculada a los lenguajes y experiencia cotidiana.
Es decir,
estas dimensiones confluyen y
se articulan
con la
noción de mediatización, que permite reconocer las transformaciones que las nuevas tecnologías
de la comunicación y la información
imprimen a los modos de producción
cultural (Mata, 1999;
Sodré, 1999). De
esta manera, es
posible indagar sobre
la construcción de agenda
pública y mediática y su capacidad modeladora
sobre lo social, en la compleja interacción
entre las lógicas de producción
de las
noticias en los medios, los géneros y formatos que atraviesan
esa construcción, y las apelaciones racionales y emocionales que convocan. También permite indagar sobre las transformaciones de la instantaneidad y los nuevos recursos que
profundizan la dramaticidad característica del género policial (Martini
y Contursi, 2015). En definitiva, permite actualizar el pensamiento sobre la sociedad tardomoderna y el papel estructurante de las nuevas tecnologías en ella, y dar cuenta de una lógica social y la diversidad
de prácticas y sujetos que operan en su interior.
Estrategia metodológica
Como punto de partida se
considera que los medios de
comunicación son dispositivos centrales en la construcción del espacio público y las agendas
cotidianas sobre seguridad-inseguridad; además, en
concordancia con Mata (2012), se
asumen como una relación comunicacional, cuya comprensión requiere, en términos de Hall
(1980), atender a la especificidad e interrelaciones de las instancias de «codificación»
y «decodificación», entendiendo que son momentos con una «autonomía relativa»
en relación con el
proceso de comunicación como un
todo. Vale decir, se
entiende la centralidad de valorar
las mediaciones que
modelizan los procesos
de producción de sentidos
respecto de esta temática de
vital importancia para las democracias
contemporáneas.
En este marco, se plantea el desafío metodológico para estudiar la articulación
de los medios, y particularmente la televisión, con otros campos sociales y las múltiples mediaciones en la
producción de sentidos sobre inseguridad.
La dificultad
radica en evitar caer en una visión
fragmentada de las vidas cotidianas, las conexiones sociales
y las preocupaciones de las audiencias; y también trascender visiones que reducen
la labor de los periodistas
y las condiciones de producción de
los contenidos
comunicacionales a las líneas
editoriales de los medios.
Para los efectos de este trabajo,
se decide por un estudio multisituado de los textos,
la producción y la recepción de noticias televisivas sobre inseguridad en Córdoba,
articulando aportes de las ciencias
de la comunicación
(particularmente, los estudios de la recepción), la sociosemiótica
y la antropología sociocultural
(particularmente, la etnografía de los medios).
Cabe destacar, en este punto,
que el enfoque etnográfico es definido por Rofel
(1994) como:
La atención
a la manera contingente en la que emergen, se naturalizan
y articulan las categorías sociales con la concepción de las personas sobre sí
mismas y su mundo, así como
en las
formas como estas categorías son producidas a través de prácticas
cotidianas. (p. 703)
Así, la
etnografía resulta fundamental para el
estudio de los encuentros con los medios, en
la medida
que «los
momentos de inmersión en un
artefacto cultural particular están necesariamente engranados con otros campos sociales de significado
y poder» (Rofel,
1994, p. 703).
Entendiendo que
este abordaje
requiere de un análisis previo
de los
textos mediáticos, para luego volver
sobre sus condiciones de producción
y recepción, se consideran tres dimensiones:
(1) El
análisis de los textos de
noticias televisivas policiales
y sobre inseguridad, emitidas en catorce
noticieros de la tarde y noche,
de Canal 10, Canal
12
y Teleocho, durante una semana de octubre de 2015.
El diseño
metodológico combinó el análisis de
contenidos para la producción de datos cuantitativos sobre tópicos, fuentes y actores;
y el análisis
sociosemiótico de los
enunciados –apuntando a reconocer la caracterización
de esos
actores sociales aludidos (sus atributos
y acciones), los objetos de valor
en juego
y la construcción del espacio y el tiempo en la noticia, así como también de la enunciación–, sobre
lo cual se caracterizó el marco de la noticia, los recursos audiovisuales empleados, la musicalización, el bloque en donde se ubica la noticia
y duración de la misma, el tópico de la noticia anterior
y posterior, videographs y placas, modos de presentación de la noticia, puntos de vista desde los cuales
se cuentan los hechos,
fuentes de la información, politización de la noticia
y de qué modo se construye para el enunciatario. Estos datos constituyeron el insumo para las siguientes dos dimensiones.
(2) El
abordaje de las prácticas periodísticas vinculadas
a la producción de noticias televisivas sobre inseguridad, que permitió atender a la perspectiva y prácticas de los actores involucrados en
ese proceso y a las condiciones tecnológicas e institucionales en que se inscriben dichas perspectivas.
La estrategia consistió en realizar una entrevista
etnográfica de apertura con un
informante clave de cada
canal, que permitiese reconocer los ámbitos y personas con mayor incidencia en la producción de estas noticias: desde la definición de la
agenda diaria hasta la elección
de las fuentes y la elaboración de titulares. Allí se pudo identificar el rol preponderante que adquieren los cronistas en esas tareas,
ya que en la mayor cantidad
de casos son quienes reciben el dato sobre un posible
hecho a ser cubierto y lo comparten con el
productor de noticias del informativo;
también son quienes
conocen y contactan
a las fuentes,
e incluso quienes
realizan desde el móvil
la primera
edición de las noticias, incluyendo la elaboración del título, voz en
off
y zócalos. En ese
marco, se definió realizar instancias
de observación participante en el piso de los tres canales y también
acompañando el trabajo de los cronistas.
Y luego, a partir de esa información, se hicieron entrevistas en profundidad a cronistas, productores y presentadores de cada canal.
(3) El
abordaje de las prácticas y sentidos de las audiencias
de esos
medios, para comprender diferentes maneras de percibir y experimentar la cuestión de
la inseguridad
y el modo
en que
ello se
vincula con el consumo de
medios de comunicación en general, y de noticias
sobre inseguridad en particular.
Para este
objetivo se utilizaron dos estrategias:
entrevistas etnográficas y grupos focales; se entrevistó a 12 personas
con diversidad en cuanto a
grupo etario, género, sector
socioeconómico y ámbito de
residencia en la ciudad de
Córdoba. En este proceso, entre
diciembre de 2016 y marzo de
2017, hubieron dos encuentros
para cada una, e instancias
de observación participante en la
cotidianeidad de los hogares de
dichas personas. Para los grupos
focales se realizaron seis encuentros,
con personas de géneros masculino
y femenino que consumían medios audiovisuales: se consideraron tres grupos etarios (18-25 años,
26-45 años y 46-65 años) y al interior de esos grupos, uno conformado por personas
de nivel socioeconómico medio alto y uno de nivel socioeconómico medio bajo.
En esta dimensión se procuró dar
cuenta de distintos tipos de
relación de las audiencias con la información sobre inseguridad, considerando aspectos cognitivos
y emocionales. Si bien,
hubo que concentrarse en la
información audiovisual, se buscó no aislar la relación con la información policial respecto de las trayectorias
de vida de las personas
y del resto de la experiencia informativa. De este modo, se abordó la experiencia ligada a un tipo específico de información en su relación
con las memorias de los consumos de medios y de información; las transformaciones en las prácticas informativas; y el vínculo con
trayectorias y ámbitos en
los que se desarrolla la vida cotidiana de esas audiencias y con otros discursos que se ponen en juego en esos ámbitos.
Principales resultados
Se presentan algunos hallazgos centrales obtenidos en cada
una de las líneas de
análisis, con el fin de
mostrar los modos
en que se articulan entre
sí.
Sobre el análisis del discurso
En los orígenes de la prensa policial se articularon lenguajes, tecnologías y géneros preexistentes vinculados a la cultura popular, que configuraron una matriz diferente
a la de la prensa «seria».
La conformación
de una
matriz simbólica dramática, que funciona
por medio
de imágenes
y casos, con una estructura sostenida en la narratividad,
opera de modo diferente a la de la prensa
tradicional, iluminista, sustentada
en generalizaciones
y argumentos. En esa
narrativa puede identificarse una sensibilidad mediante la cual se hizo público un conjunto de conflictos asociados
a la transformación de la vida urbana (Barbero, 1987; Sunkel, 1986): los barrios bajos,
la vida cotidiana, algunas cuestiones
del ámbito
privado como la sexualidad y determinadas muertes, dimensiones asociadas a distintas violencias así como a prácticas culturales populares que fueron
visibles públicamente por medio de
este lenguaje, permeado por el modo de comprensión sobre la ley que despliega el Estado
en su disputa por monopolizar las violencias y su clasificación, articulando una producción mediática
en una alianza con el periodismo,
para definir los fuertes cambios que se generaron
en nuestra sociedad.
Así
se convierte en la lógica de
representación sobre alteridades amenazante, que configura una
asociación entre violencia y pobreza
atada a la definición misma del espacio urbano (Caimari, 2004).
Cuando
la cuestión securitaria se convierte en una de las preocupaciones sociales principales, desde fines de los años 90, ya cuenta con
un régimen de visibilidad preexistente
que le permite nombrarlo, definido por la crónica
policial: este régimen posee un
lenguaje y formatos específicos, como también
contratos de lectura arraigados en la sociedad. En este marco, abordar la información policial audiovisual
en un contexto como el
que se
señala aquí, demanda tanto comprender
su particularidad
y su historia,
como leerla
en relación
con las
transformaciones tecnológicas y de producción que configuran sus características discursivas.
En el vasto conjunto
de textos que abordan la información policial desde distintas
perspectivas, se pueden reconocer
características ligadas a este tipo de información,
generalmente asociadas al análisis de la prensa gráfica. Son pocos los abordajes sobre las características específicamente audiovisuales, (entre ellos los de Da Porta, 2005 y
Focás y Fernández, 2007), de este
tipo de información que retoma
aquellas del género policial tradicional: la dramaticidad, la narratividad característica de la crónica,
la casuística y el carácter
melodramático que establece un régimen de clasificaciones
morales vinculadas a sistemas normativos simplificados alrededor de dicotomías variables (Barbero,
1987; Sunkel, 1986).
A continuación,
se señalan
algunos rasgos de la información
policial audiovisual de los canales
de Córdoba.
Previamente, debe
señalarse que los canales asumen
la inclusión
de las
noticias sobre inseguridad, pero las policiales exceden a estas. Efectivamente, las noticias
del tópico policial tienen
mayor duración que aquellas con
otro tipo de información; es decir, el carácter
narrativo de su abordaje supone
un desarrollo
más extenso. Las noticias
policiales se ubican al inicio de los informativos y funcionan
como una suerte
de transición entre formatos de entretenimiento y la información de
carácter más duro, ya que combinan recursos estéticos, audiovisuales y
narrativos propios del entretenimiento. También
forman parte de la lógica de generación de expectativas
de los informativos, ya que
son jerarquizadas en los titulares que anuncian los
temas a tratar a lo largo
del noticiero.
En cuanto a su contextualización, en el informativo se presentan como bloques
noticiosos o encadenados, donde se exponen hechos disímiles entre sí bajo una misma
lógica narrativa que configura un modo
de presentación
como un hecho social, no
como eventos de concurrencia aislada, sino como prácticas
reiteradas y con características comunes a partir de la presentación
serializada. Ello se profundiza con el uso de estadísticas y la mención de casos similares.
Predominantemente, las noticias incluidas en la franja horaria analizada ya habían
sido emitidas en los anteriores noticieros del día. En general, los hechos noticiados
se reiteraron en los tres canales, aunque se advirtieron matices en su
tratamiento informativo.
En términos de recursos audiovisuales, los más usados son las notas registradas
y grabadas en el lugar
en que sucedieron los hechos
y los testimonios de autoridades en sus espacios de trabajo, despachos o comisarías. Los graphs
tienen características
centralmente descriptivas, y solo de manera marginal
funcionan de forma valorativa.
La tensión dramática
se construye con los testimonios de las víctimas y con recursos de musicalización y sonido.
Con respecto a los criterios
de noticiabilidad, en los canales de Córdoba las noticias
policiales se configuran de manera más tradicional, privilegiando tópicos vinculados
a crímenes y otros delitos.
Esto, se vincula con la
definición que los mismos trabajadores
de los
canales brindan sobre lo que
consideran tópicos de inseguridad, pero es acotado respecto de
lo que las audiencias consideran como experiencias, espacios y fenómenos inseguros.
Asimismo, es destacable el surgimiento de una categoría de noticias que
gira alrededor de hechos
extraños, ridículos pero que no
constituyen violencia ni delito, sino que son hechos menores
tematizados como sucesos policiales vinculados a la vida en una
ciudad insegura. Este dato es
relevante en la medida que
la disposición
de imágenes configura una noticia, y el abordaje
policial se amplía progresivamente a más áreas de la vida cotidiana (Calzado et al., 2016).
La cuestión de las imágenes
en la
información policial se reconfigura de la mano de transformaciones
tecnológicas: se utilizan
imágenes de alta calidad y se realizan tomas de planos
de heridas
y daños producidos en los hechos
delictivos, armas y drogas, las fuerzas de seguridad (para hacerlas presentes como actores) y las víctimas. Si la
centralidad de las imágenes no
es un
aspecto novedoso, sí lo es
su redefinición
por el
uso de
cámaras de seguridad públicas y privadas,
imágenes captadas con teléfonos celulares o el propio vivo
de los
canales informativos que resaltan el
«hecho en proceso» desde el
punto de vista de los
protagonistas; la incorporación de estos elementos se conjuga con recursos ligados a la ficcionalización (pizarras, animaciones,
infografías), redefiniendo la tradicional dramaticidad de la información policial (Calzado et al., 2016).
Sobre las rutinas periodísticas
En el análisis de la producción informativa de los canales resulta clave la noción de
rutinas periodísticas, que permite diferenciar analíticamente tres fases que organizan
el trabajo de los periodistas:
la etapa
de selección,
la de
procesamiento y la de presentación de la información (Martini, 2000; Schlesinger, 1981; Tuchman, 1983).
Los datos
elaborados permiten reconocer elementos propios
de la
producción informativa audiovisual del policial de los canales de aire cordobeses. Principalmente,
el carácter estructurado, estandarizado y rutinizado
que define esa tarea en los medios y
que involucran
actividades de distintos actores que
intervienen en la labor (productores,
cronistas, presentadores), así como distintas
tareas técnicas de quienes escriben los graphs (camarógrafos y cronistas).
En términos de organización interna, el peso de las decisiones editoriales recae de
manera diferenciada en cada periodista
según el rol que ocupa
en el
proceso: los productores en general deciden
qué acontecimientos cubrir
y,
en parte, eligen a las fuentes que se incluirán en la cobertura (etapas de selección y procesamiento); pero a su vez, muchas veces los cronistas son quienes reciben información sobre un hecho
y proponen su cobertura;
ellos se vinculan con las
fuentes, toman los testimonios, deciden junto al camarógrafo
sobre el registro audiovisual, elaboran el relato periodístico
sobre el hecho y realizan la
edición periodística de las notas (procesamiento y presentación); los conductores, finalmente, suelen editorializar y contextualizar, orientar la
interpretación de una
noticia (etapa de presentación). Incluso estas decisiones van más allá de las jerarquías que suponen
ciertos cargos y, en general,
los periodistas consideran que los criterios se definen
en equipo; las decisiones
más importantes se toman entre
todos y, por lo tanto,
la labor se realiza en consonancia
con tales criterios. El uso
de ciertas
herramientas tecnológicas facilita
esa posibilidad. Como
lo señala el
jefe de noticias
de Teleocho:
Tenemos personas encargadas de la producción, pero todos colaboramos
o tiramos ideas o nos encargamos de ... por ahí «che, podemos seguir
tal tema», «bueno, ¿por qué
no vas
llamando a fulano?». Entonces, nosotros mismos
colaboramos, es un equipo que
trabaja en eso. (A. G.,
comunicación personal, noviembre de 2016)
Cabe destacar
que, pese a tratarse de tres
canales diferentes, en lo que
atañe a estructuras de propiedad
y funcionamiento administrativo, a los recursos
disponibles y el equipamiento
técnico ligado a cada etapa del
proceso, no existen diferencias significativas en lo
que se refiere a la dinámica
y la estructuración del proceso de
producción de noticias –ni
policiales ni referidas a otros tópicos–.
Se trata
de una
dinámica y una forma de
organización del trabajo que profesionalmente
se ha
ido asumiendo y multiplicando como experiencia de un medio a otro, y se ha consolidado
como el modo apropiado y eficiente de producir noticias en Córdoba
(Morales y Guzzi, 2020). Los
periodistas mantienen entre sí vínculos
que trascienden
y son transversales a los tres canales,
ligados al intercambio de datos,
fuentes y opiniones. Un ejemplo
es la existencia de un grupo de Whatsapp creado
desde la fuerza policial
y que integra a periodistas de distintas jerarquías y medios.
A su vez, sobre todo los cronistas, destacan que más allá de
pertenecer a empresas que compiten por una misma audiencia,
es
importante para sus rutinas de trabajo el encuentro que se produce con
otros colegas en los lugares
donde se realizan las coberturas
(muchas veces terminan registrando testimonios de las fuentes
de manera
conjunta o informándose unos a otros cuando
hay alguna fuente a la cual
acudir). Finalmente, todos los jefes de noticias mencionan la consulta a los mismos medios para establecer ciertos criterios básicos de
noticiabilidad, ya que
en cada
redacción se chequean los portales de los principales diarios, se escuchan diversas
radios y se sintonizan los informativos de los otros canales. Todo ello resulta en una agenda convergente.
En ese sentido,
se reconocen pautas de trabajo que se han ido convirtiendo casi en una
deontología profesional a nivel local, que
ha logrado
sobreponerse a las transformaciones
que, en términos culturales y tecnológicos, se producen en
nuestro país desde los últimos años (Morales
y Guzzi, 2020).
Aun cuando
algunas problemáticas emergentes generan inquietud,
no se
han producido
modalidades de abordaje novedosas que
permitan construir relatos periodísticos más diversos. Cuestión que, como se ha mencionado, se pudo identificar
también en el análisis de los textos informativos. A su vez, como se verá más adelante, esta homogeneidad en las agendas
y modos de tratamiento es reconocida por las
audiencias como una característica del tratamiento informativo sobre inseguridad.
Respecto
del tipo de noticias incluidas dentro del tópico policiales y su relación
con el concepto de inseguridad, los periodistas reconocen que existe una
continuidad en el eje policiales/inseguridad y coinciden
en que el concepto de policial es más amplio que el de
inseguridad e incluye a este, pero a su vez
las policiales no son siempre
malas noticias, sino que a veces
se trata
de noticias
conmovedora u otro tipo de eventos
públicos en los
que están involucradas las fuerzas
de seguridad.
Esto se vincula con aquellas noticias que se configuran a partir de la mera disposición de imágenes, que en su carácter insólito se tematizan mediante este lenguaje.
Entre
productores, cronistas y
presentadores se constata
una fuerte naturalización tanto del tipo de conflictividad social que revelan la información y los hechos
policiales, como del
modo en que puede y debe
ser narrada
en los
medios: la narratividad específica del género policial
también se asume
para la producción televisiva con un abordaje
predominante vinculado a la crónica. Junto
con ello,
características específicas del lenguaje televisivo generan también sus propios
condicionamientos: la existencia
de imágenes y testimonios. En virtud de ello, las noticias policiales resultan
para los mismos involucrados en su producción más
neutral que aquellas que corresponden a otros tópicos como
política o economía, donde se asume que las posturas frente a los hechos influyen
en mayor medida en la definición de la cobertura.
De acuerdo a un cronista
de Canal10:
En el terreno
judicial no hay mucho cambio, no es como la política, que
vos un día podés
verlo de este lado y,
al otro
día, a lo mejor, lo
podés ver del otro lado.
Aquí hay más objetividad y hay un periodismo más descriptivo, más neutral...
políticamente más neutral.
Si bien
la política
tiñe la justicia
y de manera importante, pero, a ver, el
Artículo 1 del Código Penal es el Artículo 1 del Código Penal, ¿de acuerdo?
No es ni radical,
ni peronista. (L. E., comunicación personal, noviembre de 2016)
En este
género convergen un lenguaje largamente
sedimentado en torno a la cuestión,
la centralidad
de las
fuentes policiales y una mirada periodística
sobre la conflictividad social que subyace a cualquier
hecho policial, al tiempo que predominan
prejuicios instalados socialmente y reproducidos sistemáticamente por
las fuentes oficiales que operan en las noticias correspondientes al tópico policiales/inseguridad.
Resulta especialmente
llamativo en este punto que
los periodistas puedan reconocer la existencia de tales prejuicios en la sociedad y en las fuentes
con las que trabajan
y no puedan, sin embargo, problematizar
su incidencia
en su
propia práctica, fundamentalmente en relación con aquello que algunos llaman «olfato periodístico»,
esto es, una suerte de
conocimiento práctico que se presenta
como criterio de diferenciación
y autorreconocimiento en el oficio y que incide fuertemente en el tratamiento de los temas a informar.
Señala el cronista de Canal 12:
Por ejemplo,
una cosa
que me
pasó ayer cuando fui a cubrir
lo del
delincuente abatido, que
podría haber sido un caso
de gatillo
fácil, tranquilamente. O un caso
de la
policía que fue un intercambio
de disparos, que no es lo mismo. Pero al no haber habido reacción del lado de los
familiares de la víctima, entonces
eso te
da la
pauta de que realmente
era el delincuente, porque si no, si hubiese habido un caso
de gatillo fácil, lo
primero que hacen los familiares
es empezar
a gritar, a hacer lío, tirar cosas y piedras contra la policía, denunciando que es un
caso de gatillo fácil, como
ha pasado
con otros casos. Entonces son
cosas que uno va observando con los años.
(H.
C., comunicación personal,
noviembre de 2016)
Hay criterios
de noticiabilidad
sobre la información policial que
también son transversales a los tres canales:
como relataron sus productores y cronistas,
se prioriza la envergadura y singularidad de determinados hechos, o los niveles
de violencia.
Otro criterio
casi excluyente es la existencia de imágenes sobre el acontecimiento
a informar. Según consta en un registro de campo de Teleocho (julio de 2017):
Una productora comenta que
está buscando datos para producir una nota acerca del rescate de un perro que había
caído a una alcantarilla, estuvo varios días allí y luego fue rescatado por la
Policía Barrial. Finalmente, la nota no se puede desarrollar porque la
productora no encuentra ningún registro audiovisual, ni siquiera realizado por
un vecino con un celular, que acompañe la noticia, y como ella misma
reflexiona, el formato televisivo exige una construcción del relato que debe
incluir necesariamente ese soporte audiovisual.
A su vez, cuando se trata de hechos cuya cobertura
es informada desde la institución
policial o esta se
constituye en fuente, estos se
dan por
verídicos, por chequeados. Respecto
de eso, algunos trabajadores de los medios afirmaron que esa credibilidad
de la institución policial se vio afectada en Córdoba a partir de
ciertas crisis que protagonizó dicha institución y que cobraron
visibilidad pública.
Nos parece importante mencionar otra cuestión que tiene que ver con la incidencia
de las condiciones laborales de los trabajadores de los medios en los
criterios de noticiabilidad. En reiteradas
ocasiones se plantea que hay
una gran sobrecarga de trabajo en estos periodistas que forman parte de
multimedios y deben cubrir
hechos para diferentes
plataformas, y que ello incide en qué notas cubrir y qué fuentes buscar ante la necesidad
de dar cobertura a diversos
hechos.
Los
periodistas reconocen que las restricciones impuestas por el formato televisivo
y por los recursos disponibles impactan en la
construcción editorial de los noticieros de los canales para los
que trabajan. Esta situación, que opera en detrimento
de los
criterios periodísticos definidos por ellos mismos, se
asume, sin embargo, como una
condición frente a la cual
parecerían no poder
intervenir.
Finalmente, un
criterio que aparece en las
consideraciones que realizan
sobre su labor es una mirada
según la cual los medios
y el periodismo parecerían
tener una función pedagógica en la medida que,
en distintas
instancias del proceso –el establecimiento de la agenda del noticiero, el trabajo con las fuentes, la definición de los títulos,
etc.–, muchas veces lo que se busca es enviar un «mensaje» a la audiencia, educarla respecto
a las formas de convivencia deseables en nuestra sociedad. Ante la cantidad
de hechos que pueden encuadrarse en el eje inseguridad y la imposibilidad de cubrirlos todos, algunos
periodistas plantean que el valor
de una
noticia puede estar en advertir
sobre una modalidad delictiva novedosa,
enviar un mensajeo visibilizar la demanda de seguridad.
Si en
relación con este difuso conjunto
de hechos
aparece como naturalizado el abordaje policial, se constata, no obstante, una importante
preocupación referida a los criterios de noticiabilidad y al tipo
de tratamiento
periodístico que se debería dar
a ciertas problemáticas sociales que ganaron visibilidad
en el
debate público en los últimos años, particularmente
la violencia
de género.
La interrogante
central que se plantean
es respecto al modo de cubrir estos acontecimientos y si esa cobertura
incide socialmente en un aumento
de este tipo de hechos o no.
Sobre las audiencias
Tal como ya
se ha
mencionado, el objetivo al trabajar
con las
audiencias fue analizar modos de
relación con la información sobre inseguridad y de construcción
de significaciones sobre ese tópico, considerando tanto aspectos
cognitivos como emocionales (Focás y Rincón, 2016). Para comprender, entonces, el marco en que se
plantean algunas de las afirmaciones
posteriores se debe asumir,
en primer
lugar, que los consumos audiovisuales se caracterizan por ser múltiples y coexistentes entre medios tradicionales y digitales, simultáneo
entre diferentes tipos de medios,
pero ordenados y jerarquizados alrededor de la producción
de los
medios concentrados (Martínez y Morales,
2020). En relación con la
información, es posible reconocer cómo las transformaciones tecnológicas, normativas y del
mismo entorno mediático han modificado
lugares, tiempos y rituales
de consumo. La ubicuidad de la información
en términos de dispositivos, la ruptura con la temporalidad de la programación de los
medios, así como consumos
de carácter
individual, grupal y familiar, son
cuestiones en las que se inscribe el consumo de información policial.
En función de ello, es
posible dar cuenta de una
diversidad de prácticas informativas que se articulan en
torno a historias y trayectorias particulares, emplazadas a su vez tanto
en una
larga modelación cultural respecto a medios,
formatos, rutinas y narrativas consumidas,
como en condiciones y posibilidades que habilitan las nuevas tecnologías de la comunicación.
Es destacable el reconocimiento
por parte de las audiencias de las transformaciones en el escenario
informativo: por un lado, reconocen
el vínculo entre
las diversas posturas
e intereses de las empresas
mediáticas con el tipo de producción
informativa que estas
desarrollan. Por otro lado, y sobre
todo respecto del tópico inseguridad, identifican una agenda acotada de
temas tratados (y enflaquecida, para quienes tienen
más edad y pueden
establecer comparaciones históricas), repetitiva
y de poca profundidad tanto en
medios tradicionales como digitales. Esta homogeneidad se reconoce no solo en la agenda de temas, sino también en las fuentes
y modalidades de tratamiento.
Lo que
se constata
en el
análisis del discurso informativo, así como aquello que
aparece como una rutina sedimentada
en las
prácticas periodísticas, es claramente percibido por las audiencias y
genera sobre todo cansancio, agobio.
Otro rasgo de la transformación
de los
modos de informar que perciben
las audiencias de más edad es
la incorporación
de una
mayor editorialización y de recursos
que profundizan el sensacionalismo de la información.
En particular, respecto de la información policial en medios audiovisuales, mediante
este estudio, es posible reconocer diferentes vínculos establecidos por las audiencias:
• Quienes miran
estas noticias de fondo, del mismo modo que el resto de la
información, son quienes consideran que los noticieros están abarrotados de este
tipo de información.
• Quienes huyen de la información policial porque la consideran violenta en sí
misma, así como a su
cobertura informativa.
• Quienes
asocian el noticiero a la información policial son quienes no miran
estos programas en televisión,
porque creen que se mantienen en
la repetición
constante de este tipo de información con un tratamiento donde abunda el
morbo. En este grupo predominan jóvenes con mayor nivel de ingreso.
• Quienes sí miran las noticias
sobre inseguridad son personas que miran noticieros de TV como una
práctica propia y no como ligada
a un espacio compartido. Estas personas
dirigen su atención
a casos extraordinarios, ya que no suelen prestar
atención a la agenda sobre delito urbano, a menos que consideren que sean hechos cercanos en la ciudad o en relación
a personas que consideran cercanas.
En
este último grupo se destaca un modo específico de relación con la información
policial que se
vincula tanto con su carácter
de producción
continua como con la narratividad, que se puede
denominar expectativa narrativa, es decir, un tipo de
relación con la
información de quien espera el
desarrollo de una historia, que sigue las distintas hipótesis sobre los casos,
atiende a los detalles sobre la
investigación y espera un
desenlace referido a encontrar a los responsables.
El vínculo
con esta
lógica de representación se sostiene sobre un reconocimiento de ciertas
reglas de este género, y pueden especificar qué hay
de atractivo
en el
contrato de lectura que establecen
para ellos, más allá de
que reconozcan
que pocas
veces la casuística cumple con la expectativa de saber qué fue lo que verdaderamente ocurrió.
Sobre las características
narrativas de la información policial, aparecen miradas diferentes entre las audiencias. Para algunos, la repetición de noticias entre un medio y otro, así como esta suerte
de presentación
siempre en construcción, conlleva la
imposibilidad de comprender qué sería lo nuevo
en cada
una de esas repeticiones, además de implicar
un cuestionado
abordaje vinculado a conjeturas
y a opiniones periodísticas. Por
otro lado, existe sobre todo
entre los jóvenes la idea
de que
la casuística no constituye información relevante ya que impediría comprender los hechos en particular, pero también como parte de procesos sociales más amplios. Una mujer joven del sector socioeconómico alto en Córdoba opina:
Te mezclan todo, es como
que te sacan cosas de una noticia ... ¿qué es lo que vende? uno el morbo, dos
que dijo tal porque tal cosa y ... es como que te relacionan todo y hay
relaciones que son cualquiera. Van formando opinión y direccionando el pensamiento
de la gente, con intención o sin intención, aunque es obvio que con intención y
a la vez eso obliga a la gente a opinar con liviandad y tomarse ... o sea, te
hace remal la noticia esa, pero a la vez ahí nomás te empalman con lo de Nicole
Neumman, entonces ya está, ya se te olvidó. (A. C., comunicación personal,
marzo de 2017)
En cuanto al carácter sensacionalista de las noticias policiales, existe un consenso
sobre ese perfil
morboso para alcanzar cierto impacto emocional, al que aludía la
cita anterior, atribuido
a la búsqueda de rentabilidad de los medios. Para
algunos, es un modo de ficcionalizar
–de forma atractiva– situaciones cotidianas; para otros, es
un tipo de
cobertura que genera
indignación porque se
acude a detalles
innecesarios; y, finalmente, otras personas reconocen que
en los
detalles excepcionales de los hechos se encuentra aquello que las atrapa.
Lo que
genera un rechazo generalizado es el tratamiento que expone el dolor
de las víctimas, que se reconoce
como búsqueda por convertir el dolor en espectáculo;
categorías sociales de
morbo: mostrar a la viejita
llorando o todo
lo horrible como
si fuera show, son algunas que definen esa situación. También hay un rechazo a la
visibilización de ciertas
imágenes y a la estigmatización de las
víctimas, sobre todo en casos de violencia de género.
Es necesario destacar que las
mujeres de nivel socioeconómico bajo consideran que este tipo de información sostiene la discriminación y estigmatización hacia personas
de sectores populares, que ocultan sus problemáticas y el impacto del accionar violento de la policía hacia quienes habitan sus barrios.
Una mujer adulta, de sector
socioeconómico bajo en Córdoba
se pronuncia al respecto:
Y que todas las noticias
sobre acá [su barrio] son malas y creo que muestran eso porque es lo único que
se ve, me parece. Pero no es la única verdad sobre el barrio, no están contando
la única verdad sobre el barrio. No, no, porque hay muchas cosas acá, pero
bueno. No se ven … o no las dejan ver. Meten miedo todo el tiempo. (N. P.,
comunicación personal, marzo de 2017)
También son quienes
destacan –junto con jóvenes del
mismo sector– que aquello que se muestra en los medios es cotidiano y próximo
para todos, hombres y mujeres, tanto
a nivel de robos como de
femicidios, temas que para la
mayoría de los entrevistados constituyen una agenda extraordinaria sobre seguridad.
Otra cuestión que interesa comprender es qué nociones tienen las personas con las que trabajamos de seguridad/inseguridad y con qué experiencias se articulan esos
sentidos. Trascendiendo el planteo de los periodistas, según el cual la agenda sobre
inseguridad está emplazada
en la agenda de noticias policiales, para las audiencias
la inseguridad remite a cuestiones más amplias que el puro temor al delito; para ellas también engloba
los ámbitos
de posibles
encuentros con personas de sectores
populares, la no comprensión de determinados códigos de los espacios por los que se transita, cuestiones de géneros y la exposición a distintas
violencias (la policial, la que
ocurre entre grupos de jóvenes
como modalidad de resolución de conflictos y la que
ejercen los conductores en el tráfico urbano). Una diversidad de experiencias
que incluye los delitos
asociados normalmente a la inseguridad (hurtos y robos) y el modo en
que se leen los conflictos
que se le asocian, factores
de inseguridad
que se viven de manera
diferencial en función del sector
social y el género al que
se pertenece.
Cabe
destacar que las mujeres jóvenes de sector socioeconómico más alto y las
del más bajo coinciden en acentuar que los
propios hogares son o fueron lugares inseguros, principalmente por situaciones de violencia de género.
Asimismo, existe
una divergencia en el reconocimiento
sobre cómo se configura la agenda securitaria (esto es,
el dispositivo
específico por el cual se
acepta que un conjunto de formulaciones ordene los temas sobre los cuales se conversa) y cómo se debería realizar. Mientras que para las personas de mayor
edad es una agenda marcada por temas vinculados al policial tradicional (robos, homicidios), para los jóvenes, en cambio, está asociada a violencia
institucional (distintos casos de violencia
policial) y a la cuestión
de géneros,
mientras que no los convoca
otro tipo de hechos y
creen que esta agenda de información no está presente en los medios.
Frente al consenso
de periodistas
y productores en torno
a la no-politicidad de la información
securitaria, aparece una situación ambivalente:
para algunos esa información no se consume del mismo modo que otras noticias, ya que no aparece
un cuestionamiento a su veracidad;
de este
modo, se contrapone con otras
prácticas informativas donde se consumen
diferentes medios para obtener distintas perspectivas
de un hecho. Dada la
homogeneidad entre los informativos, esto no opera para
la información policial. Sin embargo, es destacable
que en algunos grupos también
se reconoce que la información policial está atravesada por las posturas
políticas de los medios; a diferencia de otras investigaciones como las de Vilker (2011) y Focás
(2018). Sobre todo, en relación con la cantidad de información policial que se presenta,
ya que eso expresaría las dificultades del Estado para resolver la conflictividad social.
Como lo manifiesta una mujer
joven del sector socioeconómico alto en Córdoba:
El hecho objetivo lo creo
porque sé que pasa, una noticia que me dice que robaron abajo de mi casa o en
tal lado lo creo, creo el hecho que pasó, pero ya cuando empieza a opinar el
vecino, empieza a ... ya está, ya dejo de escuchar porque no es noticia para mí
eso. Igual cuando se ponen a opinar los periodistas, viste que ahora en el
periodismo todo se opina … Sí me guío por los hechos, por lo que pasó, pero no
me magnifica la inseguridad, ponéle porque el tipo está opinando una semana de
tal cosa. Yo sé que pasó, listo, lo demás es adorno y es la política, que este
o aquel. (E. S., comunicación personal, marzo de 2017)
Por otro
lado, así como entre quienes
producen las noticias, algunos asumen
la neutralidad
de los
contenidos sobre inseguridad, en las
audiencias se encuentra valoraciones que ponen en cuestión esa premisa. Por ejemplo, personas que viven en barrios
que los
medios califican como peligrosos reconocen la fuerte carga
valorativa de las noticias de inseguridad sobre sus barrios y también
la performatividad de esos
discursos en el mayor nivel
de violencia
de las
fuerzas policiales en esos lugares.
Respecto de
las emociones que convoca la
información policial, frente a cierta literatura que tiende a clausurar
esta relación en torno al miedo al delito, se evidencia que convoca múltiples emociones
vinculadas con la experiencia informativa en general
y la sensación de agobio por
la ubicuidad
de la
información. Junto con ello, aparece
un vínculo con esta
lógica informativa desde el humor, sobre
todo entre jóvenes con mayor nivel económico, que se
divierten con lo que llaman
«noticias bizarras», de fracasos en
intentos de delitos o cuando la
cobertura de determinados hechos es
sensacionalista. La impotencia y bronca se relacionan especialmente con hechos que
protagonizan personas vulnerables (personas mayores o niños). El
miedo y enojo se vinculan
con ciertos homicidios, (principalmente con feminicidios) y con información sobre la corrupción policial. A su vez, noticias ligadas a hechos de defensa
propia generan sensación de estar indefensos.
Por último,
es destacable
una cuestión que, con matices,
es convergente
con la perspectiva de periodistas, hombres y mujeres:
la utilidad social de esta información;
ya sea para identificar
prácticas delictivas, para conocer alguna
zona de la ciudad asociada al delito o para tomar precauciones. Sin embargo, hay otra cuestión relevante:
el valor de la información
policial como insumo para la
conversación cotidiana y el debate social.
Al
respecto, se valora particularmente la importancia de las noticias
ligadas a cuestiones de género como una posibilidad de aprendizaje
frente a sus mismas experiencias personales. Algo que reiteran sobre todo las mujeres jóvenes.
Conclusiones
El abordaje desarrollado
en este
trabajo permite acercarse a la complejidad
de la
producción de significaciones en un contexto marcado
por una lógica de producción
cultural vinculada a la experiencia de la mediatización. Así, se puede escapar de
afirmaciones genéricas respecto del papel de los medios en relación con la inseguridad–que se parece
más a una denuncia
sobre su carácter mercantil o sobre sus afinidades políticas–, para reconocer la diversidad de vínculos que se establecen con ellos. A su
vez, permite reconocer cómo en
los medios y fuera de estos
se articulan
otras explicaciones y sentidos que atraviesan la conversación social sobre el tema mediante
una lógica de representación específica.
Así, como desde
la información
televisiva se proponen temas, narrativas
y modalidades de configurar
al destinatario
de esa
información, existen diversas formas de relacionarse con ella,
atravesadas tanto por experiencias propias con prácticas informativas en general, como por
otros discursos sobre la cuestión
securitaria y las perspectivas en torno al orden social. La lógica discursiva dramática para presentar
temas que de otro modo no encuentran un lenguaje accesible socialmente, contiene un
carácter performativo sobre
esa experiencia social
y la discursividad en torno
a ella.
Finalmente, es necesario
destacar el valor de este
tipo de
información como posibilidad de incorporar temáticas y aprendizajes, que tal vez desde otras narrativas
no permearían emocionalmente de manera tan importante: la cuestión de la violencia
de género, en este
sentido, aparece de manera ambivalente;
es tan
cuestionada su forma de representación como reconocido el modo
en que
esta información concita emociones
como la indignación, que se articulan con una transformación más general
ligadas a la disminución del umbral de tolerancia social respecto de las prácticas que
están en su origen.
Conflicto de intereses
Los autores de la presente investigación declaran que no presentan conflicto de intereses.
Responsabilidad ética y/o legal
La investigación se realizó
según los principios del código ético del CONICET.
Contribución de autoría
SMM: desarrolló de la propuesta de investigación, diseño, discusión y edición. MMD: desarrolló de la propuesta de investigación, diseño, discusión y edición. VM: desarrolló de la propuesta de investigación, diseño, discusión y edición.
Financiamiento
Este artículo es resultado del proyecto de investigación «El género policial en el marco de las transformaciones del escenario audiovisual argentino. Rutinas productivas, representaciones mediáticas y recepción de la información sobre inseguridad en CABA y Córdoba», dirigido por la Dra. Mercedes Calzado, financiado por la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina.
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Este artículo es
resultado del proyecto de investigación
«El género policial en el marco de
las transformaciones
del escenario
audiovisual argentino. Rutinas productivas, representaciones mediáticas
y recepción de la información sobre inseguridad en CABA y Córdoba»,
dirigido por la Dra. Mercedes Calzado, financiado
por la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina.